Tlatelolco …50 Años de Amargura

1 octubre, 2018 en

Tlatelolco 50 años de amargura

*Realidad de la traición en 1968

*Con medio siglo de amargura reprimida, se

  recuerda un episodio triste de un gobierno

  traidor y unos estudiantes inocentes que ahora,

  los sobrevivientes, se la pasan lamentando,

  un tiempo que morirá con ellos en el olvido. 

 

Enviado por Sócrates A. Campos.-

Estudiantes engañados como chinos

No tengo la menor duda de que la victoria tiene la fuerza y la motivación de convocar a muchos a gozarla, pero las derrotas duelen, más cuando son con una brutal violencia, con el encono y la brutalidad de una guerra preparada por Estados Unidos con la complicidad de los políticos mexicanos, con el fin de generar un “golpe de Estado en 1968” en México

Ello nos muestra que las complicidades y las perversidades se llevaron de la mano de tal suerte que, al final de cuentas, se pretendía ocultar la acción de violencia, brutalidad y traición generando una terrible guerra avalada por los medios de comunicación que impactaron a muchas gentes desviándoles la atención.

Buscando “culpables” entre las víctimas y no dejando que se mostraran las caras de los verdaderos represores.

Por esa razón, muchos, me han preguntado si es que los comisionados por el CNH para la negociación con los representantes del presidente Gustavo Díaz Ordaz, en el primero y dos de octubre: Jorge de la Vega Domínguez y Andrés Caso Lombardo, realizada en casa del Rector, fueron cómplices de ese movimiento y traición, o simplemente, también fueron engañados.

Todo por nuestra inocencia, las ganas de terminar con el movimiento estudiantil, dejar que se diera la negociación con el nombramiento de las comisiones y dar paso a la calma necesaria para que se desarrollen los Juegos Olímpicos sin conflictos ni problemas.

En lo personal, creo que todos fuimos engañados, no contábamos con experiencia ni teníamos la vileza que mostraban los negociadores del Presidente ni los operadores de la enorme traición que lleva a la matanza de Tlatelolco el día dos de Octubre de 1968.

Díaz Ordaz: no le tembló la mano

Se supone que los negociadores del Presidente, al lado de los negociadores nombrados por el CNH, llegaron a los acuerdos que, así nos anunciaron a todos, de que se paraba el movimiento y regresábamos a clases, que se nos permitía hacer el mitin en Tlatelolco el Dos de Octubre para anunciar a las bases el retorno a clases y que se iniciaban los nombramientos de las seis comisiones para discutir cada uno de los seis puntos del Pliego Petitorio.

Pero al paso de los años, nos damos cuenta de que todo eso era una trampa para concentrar a los representantes en ese evento al cual fuimos confiados de un arreglo.

En cambio, las instrucciones de Díaz Ordaz, al lado de su Estado Mayor Presidencial y sus sicarios en complicidad con los policías enviados y controlados por el jefe del Departamento Central, General y licenciado Corona del Rosal y de las huestes de la secretaría de Gobernación de Luis Echeverría Álvarez.

Además del manejo y manipulación de los medios por parte de la Secretaría de la Presidencia, se llevó a cabo la acción emprendida de la matanza por parte de los miembros del Estado Mayor Presidencial como jefes de la agresión, encubiertos en los llamados: Guantes Blancos o Batallón Olimpia.

Un triste monumento

Al final de cuentas, respondían a los manejos de la CIA donde estaban inmiscuidos el mismo presidente Díaz Ordaz, el Secretario de Gobernación, el General  y licenciado Corona del Rosal y otros funcionarios más, tal como se vienen mostrando en varias investigaciones realizada por historiadores del conflicto en el 68.

Por ello, a los cincuenta años, se debe comprender que la realidad es muy importante y que en vez de andar buscando y generando conflictos entre los representantes, se debe aclarar que los verdaderos asesinos y provocadores del conflicto en México fueron los operadores del gobierno mandados en esa época por el mismo Presidente.

En esos tiempos, ningún funcionario se movía sin tener esa bendición presidencial.

Así, a pesar del acuerdo con los representantes presidenciales se nos lleva a la celada, se nos asesina y encarcela para presentarnos como los generadores de la violencia.

Cuando en la realidad, los verdaderos asesinos son el mismo Presidente con la operación encabezada por los miembros del Estado Mayor y el Batallón Olimpia, salidos de sus filas y los encargados de las fuerzas de policía que sin duda conocían del tema y que eran controlados desde Gobernación y el Departamento del Distrito Federal.

Si queremos encontrar la verdad, entremos de lleno a la investigación de esa responsabilidad entendiendo que el gobierno mexicano de la época ha sido el responsable de esa matanza y el generador de la violencia en su inicio y en su desarrollo…

Los corderos de Guevara Niebla

Al paso de los años hemos aprendido que ante acusaciones sin sentido, sin comprobación, lo mejor es callar, si el tiempo es la madre de la verdad.

Es cierto, que poco a poco se van aclarando las cosas y es muy lastimoso que para cubrir los odios y los resentimientos, se tenga que cargarlos a otras personas.

Aunque al final de cuentas, también han sido víctimas del acoso, de la represión y de la violencia del gobierno y del estado por participar en un movimiento.

Movimiento que  ha sido factor importante en la historia del país, porque desnudó la violencia de un sistema y la falta de democracia y la traición, el golpismo, las relaciones con los grupos de poder internacional y los manejos perversos de la CIA, operados por medio de los más altos personajes de la vida política del país.

Solo en recuerdos quedo la matanza del 68

Aquí se incluyen a militares del Estado Mayor Presidencial,  al mismo Presidente y algunos funcionarios del primer nivel y de los cuerpos de seguridad que no han entendido que lo mejor es explicar y dialogar que reprimir y asesinar.

En alguna conferencia, Pablo Gómez, explica que se dice una cosa inexacta al acusarme de que promoví el plantón en el Zócalo, cuando los miles de participantes están decididos a quedarse en el Zócalo.

Muchos llevaban  hasta sus mantas para ello, así que cuando el señor Guevara Niebla me continúa acusando de provocador y de instigador de actos que no son míos sino parte de un proceso que a lo mejor  jamás ha entendido, comete una injusticia y genera una mentira más que no estamos dispuestos a continuar aceptando.

Tendríamos que explicarle, a pesar de su enorme peso político que tendrá como subsecretario de Educación en el nuevo gobierno de AMLO, que no ha sido nuestra culpa si miembros del Ejército Mexicano, solicitaron, cuando ocupaba el mismo puesto de subsecretario de Educación, al Presidente que lo despidiera, al acusarles de que ellos fueron los asesinos y causantes de todas nuestras desgracias en el 68.

Con los sobrevivientes morirá este triste episodio

Por no sé qué artes, también me acusa de que tengo mucha relación o tenido mucha relación con el Ejército Mexicano y en alguna ocasión,  López Osuna, decía que yo era “Coronel” y le demandé que lo probara.

La verdad de las cosas es que al paso de los años y al conocer las memorias del General Marcelino García Barragán, publicadas por don Julio Scherer, donde da cuenta de la “traición” que sufrieron a manos del jefe del Estado Mayor Presidencial.

Su participación como operador de los grupos que disparaban desde los departamentos ocupados y de las gentes del Batallón Olimpia que se componía con miembros del EMP y de los grupos paramilitares que mantenía el regente Corona del Rosal y las acciones de las policías políticas en ese evento en Tlatelolco.

La misma culpa, unos por asesinos y otros por “creídos”

Ahí llegamos todos con la convicción de que se paraba el movimiento y se iniciaban, porque había sido aceptada la negociación con el acuerdo de los dos representantes del Presidente: Jorge de la Vega domínguez y Andrés Caso Lombardo con los representantes del CNH.

Guevara Niebla era uno de ellos, para juntarnos como “corderitos” y detenernos en grupo, provocando la matanza y la represión para terminar con el movimiento estudiantil.

Sin duda hay una visión universitaria del movimiento y otra politécnica que sería bueno revisar…

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