*Unas malas y otras peor son las expectativas
que le aguardan a los mexicanos en todos los
rubros los próximos meses, más pobreza, peor
economía, más inseguridad, desempleo y con
un Presidentito que no da una.
Enviado por Miguel Ángel López.-
El gobernador de Puebla está furioso, enojado con la vida, su rencor supura groseramente. Barbosa no solo no lleva a buen destino a su entidad, plagada de feminicidios, de asesinatos en contra de jóvenes, de secuestros, de huachicoleo.
Lo fácil sería responder en el mismo tono a un personaje que vomita odio y que igual sentencia a que los Moreno Valle murieron por que Dios los castigó o que el coronavirus le da a los ricos por andar viajando.
Barbosa se mide solito a sí mismo, producto de una serie de distorsiones en su vida, víctima de sus propias desgracias, no es un político, es alguien que enfermó con la obsesión de llegar al poder a como diera lugar. Un vulgar ambicioso, solo eso…
Y nadie debería preocuparse por sus dichos, excepto a quienes gobierna, que son los poblanos, únicos responsables, porque ellos votaron o peor, no salieron a votar en día de la elección y con esta indolente parálisis abrieron la puerta a alguien que sin duda será recordado como una anomalía de la clase política nacional.
A Barbosa no se le conoce ningún talento, excepto el de saber acostarse con una camiseta y amanecer con otra distinta.
¡Qué mal presente para los poblanos!, qué lamentable que un estado tan importante para México se detenga debajo de la marquesina de los escándalos, todo por cargar con el fardo de un individuo que no sabe del valor de guardar silencio en momentos en donde el país reclama de grandes dosis de solidaridad y apoyo entre todos.
En serio, ¿a quién quiere complacer el gobernador de Puebla Miguel Barbosa?
Quedarse en casa
Sí, tiene razón aquellos que desde los grandes medios de comunicación y de las plataformas digitales piden que todos nos quedemos en casa, los especialistas indican esa ruta, así contendremos al COVID19.
Los memes relajan el tema con los ejemplos chuscos de una cuarentena y las crisis existenciales que provocan tales encierros, quienes pueden hacerlo, quienes están en posibilidad de no salir sin que su economía se vea afectada, bien, bien por ellos.
Pero el coronavirus no solo representa una amenaza para la salud, sino para la extinción de las modestas economías de millones de seres humanos que pelean día a día para hacerse de un plato de comida dejemos el romanticismo de lado.
Quienes pueden soportar un encierro entre series en la televisión o videos juegos no están familiarizados con el que vende tamales en la calle, con el frutero, con el de la tiendita, con el taxista, con esa verdulería que está a punto de cerrar.
Esto es serio, el golpe a esas piezas de la economía generará uno de los boquetes de mayor descontento del que se tengan memoria, pues este clima, el cual se asemeja al de una guerra pinta para que el andamiaje de las clases laborales y microempresariales se vean destinadas a un abismo del cual se convierte en tumba para muchos.
Cierto, distintos gobiernos como el de la Ciudad de México y del Estado de México ya lanzaron salvavidas para mantener a flote a todas esas familias que dependen de los hilos del comercio en pequeño o del informal.
Las medias son buenas, en algo resolverán el andar por esta noche de emergencia, pero esto no deberá quedarse así, los sectores golpeados son mucho más amplios.
Lo podemos ver en restaurantes, en posiciones en donde el turismo se ha ido secando, en aerolíneas y nada augura que se repondrán en uno o dos meses, de ahí que todos los actores del estado mexicano, empresarios, de los grandes, gobierno, haciendas públicas, operen a favor de un gran pacto que convierta toda esta saliva de supuesta solidaridad en acciones de mayor calado.
Que relance al país, accionando las palancas de la inversión pública y con grandes oportunidades para la iniciativa privada y que esta encuentre atractivos proyectos de inyección para sus capitales.
Un acuerdo nacional para no permitir que el país vaya más allá de una recesión y comience a apestar a quiebra, tenemos que ser creativos y muy solidarios en estos momentos pero no solo con cuarentenas y más aplicación de gel antibacterial, sino con este terremoto económico que ya se siente.
Gobiernos como el de los Estados Unidos y su Reserva Federal han anunciado agresivos programas para la reactivación económica y que el empleo y los hogares gringos se sientan seguros.
Aquí, apenas aquí, estamos resolviendo qué factor fue el que produjo la baja en las gasolinas, así que, si queremos evitar que el coronavirus deje algo más que infectados y muertos, es justo replantear todo el sistema de gobierno y su papel como impulsor de una verdadera revolución en inversiones y productividad.
Culpas???
Culpar al covid-19 por lo que ya se había cantado y que se configura como una crisis económica es abusar de la memoria…
El presidente tuvo que aminorar sus promesas desde Oaxaca y dejar sobre la mesa un tibio “a ver cómo nos va”.
Pues nos va a ir tal y como se ha venido pronosticando, a México no se le avizora un futuro prometedor, y no solo hay que patentarlo al virus y el desplome del precio del petróleo, sino a una ruta de yerros que desde la 4T se implantó.
Este sexenio inició con la aplicación de “machetazos” a la economía, amputaciones que frenaron al país y lo colocaron en una cruda recesión y lo que menciona el mandatario sobre covid-19 y crudo, vino a darle la puntilla a lo que ya venía muy mal.
El viacrucis se dio inicio cuando se tomaron decisiones sobre las nubes de un populismo trasnochado, pues en aras de acabar con la corrupción se tomaron rutas suicidas.
Hoy solo respiramos ese clima, gracias a que no se ha sabido conducir al país en una ruta de conciliación y de practicidad política.
Malas noticias son el que AMLO reconozca que sus promesas sencillamente no verán la luz, su plan de transformar todo ya murió, no habrá legado y sí la concreción de que nuevamente volveremos a ser el país del “ya merito”.