Editorial
Sembrando Tragedias
Un hombre disparó contra dos miembros de la Guardia Nacional estadunidense apostados en las cercanías de la Casa Blanca. Ambos resultaron heridos de gravedad y ya falleció una de ellos, Sarah
Después de que el atacante fuera arrestado, se dio a conocer que se trata de un ciudadano afgano que trabajó en varias entidades del gobierno estadunidense mientras se encontraba en Afganistán, incluida la Agencia Central de Inteligencia (CIA.
En respuesta al atentado, el presidente Donald Trump anunció la “pausa permanente” de la migración de todas las personas provenientes del “Tercer Mundo”, así como una embestida xenófoba en la que se contempla desnaturalizar a los migrantes que “socaven la tranquilidad doméstica” y deportar a cualquier ciudadano extranjero “que sea una carga pública, un riesgo para la seguridad o no compatible con la civilización occidental”, definiendo “carga pública” como la recepción de asistencia social.
Según Trump, en el país residen 53 Millones de extranjeros, de quienes la mayoría representan una carga pública, ambas afirmaciones desmentidas por cifras oficiales: la cantidad de personas nacidas en el exterior se estima en 46 millones y las regulaciones migratorias limitan de forma severa su acceso a la asistencia.
Por ejemplo, casi nueve de cada 10 beneficiarios de los famosos cupones de alimentos son ciudadanos nacidos en Estados Unidos.
Más allá de las mentiras del magnate y de la paradoja de que su programa de gobierno es una ofensiva frontal contra la “civilización occidental”, si por ella ha de entenderse el sistema de derechos humanos universales y el multilateralismo construido tras la Segunda Guerra Mundial.
El hecho de que el agresor haya sido entrenado por la CIA para asistir a Washington en sus dos décadas de ocupación colonial de Afganistán, tal como en la década de 1980 los antecesores del talibán fueron financiados, armados y glorificados por la misma agencia para debilitar a la Unión Soviética.
La farsa de la “guerra contra las drogas” ha sido reseñada de manera exhaustiva y el mismo magnate ratificó lo poco que le importa controlar el flujo de estupefacientes al anunciar un “indulto total y completo” al narcotraficante Juan Orlando Hernández, ex presidente hondureño condenado a 45 años de prisión por una corte de Nueva York.
En suma, repite las aventuras neocoloniales que ocasionan el surgimiento de movimientos extremistas, cobija criminales, viola leyes internacionales, apoya a políticos oligárquicos que generan las condiciones de pobreza y exclusión que orillan a millones de personas a migrar.
El semanario de Coahuila
