*Para renacer de las cenizas, el PRI
necesita el sacrificio de un mártir,
pero el astuto de AMLO no se los dará
tan fácilmente, esa es la cuestión de
meter o no a Peña Nieto a la cárcel.
Enviado por José Luis Benavides.-
“El presidente mexicano más incompetente, corrupto y frívolo de la historia moderna”.
Una vez dicho lo anterior, resulta claro que mis apreciaciones sobre Enrique Peña Nieto retratan lo que muchos de mis amigos priistas piensan sobre el toluqueño ahora avecindado en Madrid, quienes por conveniencia o por lo que ellos llaman: “Institucionalidad” no se atreven a decir abiertamente lo que sienten, piensan o los frustra a diario, pero siempre esperando que su “prudente silencio” les permita ser tomados en cuenta para algo o al menos seguir tomándose Selfies con las disque “figuras” del CEN del PRI.
Yo en lo particular respeto su forma de pensar y sobre todo de actuar, aunque resulta evidente que para mí la mal entendida “institucionalidad” es sinónimo de sumisión y distorsionada lealtad -y obvio no la comparto-.
Además -para mí- esa forma de hacer política está totalmente pasada de moda…claro, y si es que aspiran a realmente conquistar los votos de la ciudadanía, pues necesitan entender que deben ser combativos al exterior como oposición y también al interior de su partido, y no pueden seguir de rodillas ante una Claudia Ruiz Massieu, que ni los ve ni los oye.
En este contexto, no todo estaría tan mal para la militancia del PRI, ya que la tribuna de “chairos” como yo y de “fifís” como ustedes, le pedimos a la “Cuarta Transformación” que analice seriamente la posibilidad de meter a la cárcel a Peña Nieto o a alguno de sus achichincles, ya que opciones tienen de sobra…
Y para darle un toque dramático a mi postulado, me permito citar al “esbirro peñista” -por decir lo menos- de Aurelio Nuño, quien a finales del 2014 declaraba, que: “No vamos a ceder, aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo”.
Sin embargo, es un hecho que el Presidente de la República sabe que tendrá que tomar una determinación de este tipo tarde o temprano, y deberá de llevar a la piedra de los sacrificios a algún priista de los de Peña, situación que estoy cierto López Obrador, ya analiza desde su natural pragmatismo de suma cero, toda vez, que en el momento que tome como rehén a alguno de estos personajes, ese simple hecho servirá para que la militancia tenga un nuevo mártir de los que tanto añora y venera el fanático priismo de a pie.
Finalmente, resulta irónico que el sacrificio y muerte del peñismo pueda ser el renacimiento de las ruinas de los priistas, los cuales hoy no tienen rumbo para dónde ir, así que eso lo sabe AMLO y por eso no se los dará tan fácilmente.