Enviado por Adrián Trejo.-
Andrés Manuel López Obrador fue ungido como candidato presidencial de Morena, por obra y gracia de su santa voluntad.
López Obrador prometió hace unas semanas que el candidato presidencial de su partido se definiría por una encuesta.
Y aunque de sobra sabemos que se trató de una puntada, porque jamás hubo encuesta ni la habrá, no estaría mal guardar el dato para cuando acuse “dedazo’’ en los otros partidos.
Será la tercera ocasión en la que el tabasqueño dispute la Presidencia y la segunda vez que, de acuerdo a las encuestas, arranca con ventaja.
La primera vez fue en 2006, donde comenzó la campaña con una diferencia de entre 7 y 10 puntos por arriba de su competidor panista y a la postre presidente Felipe Calderón.
Hoy igualmente comenzará con una ventaja que varía de acuerdo a la casa encuestadora, pero, a diferencia de 2006 en el que el candidato priista -Roberto Madrazo- no pintaba, tiene enfrente a dos serios competidores que a nivel mediático son igualmente atractivos para las clases jóvenes.
López Obrador escogió el 12 de diciembre para su ungimiento porque es una fecha especial para la mayoría católica de México; seguro creerá que se puede asociar el día de la Virgen de Guadalupe con su autonombramiento como candidato presidencial.
En el show todo se vale; ahora viene el tiempo de comparar las plataformas políticas de las coaliciones que competirán por la Presidencia en 2018.
Ahí se notará la diferencia.
Los que la hicieron de emoción son los del Partido Encuentro Social (PES), según ellos no se habían puesto de acuerdo si aceptaban el trato que les ofrece Morena o se van con candidato propio.
El problema era que el líder del partido, Hugo Eric Flores, sí quería ir con Morena, pero el resto de la dirigencia, entre los que se encuentran el coordinador parlamentario, Alejandro Murillo, no quiere la sociedad.
El tiempo se les vino encima y se definieron aceptar la sociedad -y el perdón- de López Obrador.