*Ya solamente la gente que no entiende
ni tiene acceso a la información veraz,
continúa en el populismo de López Obrador,
porque los economistas, inversionistas,
y lo peor, la clase media, han dejado de
creer y la frustración y el descontento
crece en forma alarmante.
Enviado por Miguel Ángel López.-
Lo hemos venido advirtiendo, México está estancado, los focos rojos están encendidos, el PIB en cero, la inversión en el país se ha derrumbado.
El mismo jefe de la oficina de la presidencia, Alfonso Romo, le ha dicho de manera directa al Presidente que urge evitar el pánico, señala que se han dejado de crear 670 mil empleos.
Desde el pasado dos de octubre, el funcionario y su equipo soltaron sin rodeos en una reunión con el mandatario que la miscelánea fiscal no puede ser draconiana, de santo tribunal y que la Ley de Extinción de Dominio podría generar graves problemas.
Y lo que nos hemos cansado de mencionar, que del gobierno se dejaron de ejercer 164 mil millones de pesos de gasto programable.
Pero no sólo es la voz de un hombre como Romo que posee el calibre suficiente cómo hacer cambiar una decisión presidencial, sino que en corto, viejos aliados del mandatario comienzan a mirar con preocupación el cómo dirige al país a un bosque de terror, en donde nada promete que el año que viene se presenten otras rutas.
Cómo lo hemos mencionado, la bola de nieve crece a manera de descontento en un sector de la población que se informa mejor y que ve cómo el futuro económico no les pinta nada bien.
Mencionábamos a la clase media, que como en chile, comienza a ser protagonista de, primero, murmullos y frustración, y segundo, de un papel mucho más activo en las calles y en todo tipo de manifestaciones que principalmente se dan en las redes sociales.
No se trata de montarse en el catastrofismo, pero el 2020 no se asoma como el de un periodo de crecimiento y paz social, y esta es tarea únicamente del gobierno y sus buenas decisiones.
El presidente aún conserva una importante base social, trae apoyo, pero los pilares de los sectores empresarial, judicial, su relación con los gobiernos de los estados y principalmente, con los más de 20 millones de mexicanos de la clase media ya no son tan buenos, el descontento es algo que difícilmente se podrá ocultar y ni las mañaneras ni los trucos de la chistera podrán calmar esas aguas que cada día se ven más agitadas.
En presidencia, las áreas estratégicas de la economía de este gobierno no tienen de otra, o el gobierno se convierte en el pivote del crecimiento o sencillamente tendremos un año de pesadilla.
En donde lo de la recesión será lo de menos, pues cualquier manifestación de miseria se traduce en el aumento de picos de violencia, de criminalidad y paradójicamente se daría un mayor crecimiento de la corrupción.
Eso que trae obsesionado al mandatario, pues a más de un mexicano, padre de familia, empresario, inversionista etc., pasaría por alto aquello de no caer en las trampas del cochupo.
Todo con tal de no perder dinero o caer en la pobreza.
La economía y sus peligros no son como la captura y liberación de Ovidio Guzmán, en donde con decir que “Fue un tropiezo táctico” se escurren responsabilidades y van a mano, no señores, la economía de un país es un asunto muy delicado y si los bolsillos de los mexicanos no encuentran respuestas, el futuro de la 4T sería de pronóstico reservado.