*Está llevando al país al precipicio económico
*El fracaso de la “Cuarta Transformación” está
a la vuelta de la esquina.
*Ruinidad Presidencial.
* El ocultamiento de los datos.
Enviado por Vladimir Galeana.-

Anunció que durante su tercer año se dedicará a terminar todas las obras iniciadas por su administración. Otra promesa incumplida???

Su administración es una serie de ocurrencias que en la mayor parte de las veces no dejan de ser una balandronada de momento.
Sin lugar a dudas Andrés Manuel López Obrador es un hombre singular.
Pero por desgracia sus ocurrencias hasta ahora se han convertido en doctrina para sus principales colaboradores aunque no entiendan en que consiste la tan cacareada “Cuarta Transformación”.
Para decirlo más claro, si lo que pretende es que su gobierno alcance una identidad similar a la Independencia encabezada por Miguel Hidalgo y Costilla, las Leyes de Reforma lideradas por Benito Juárez García, y la Revolución Mexicana iniciada por Francisco Indalecio Madero, le hacen falta muchas tallas para alcanzar siquiera a ser considerado un buen Presidente de la República.
Por lo pronto en otro de sus constantes arranques demagógicos, indicó que los primeros dos años de su gobierno fueron para sentar las bases de su proyecto de transformación, y ahora se dedicará a consolidarlo.
Lo que nunca ha dicho con certeza es que es lo que quiere hacer, hacia dónde pretende llevar a los mexicanos que azorrados observamos una serie interminable de ocurrencias que no pueden formar parte de una doctrina y mucho menos de un proyecto certero que indique hacia dónde quiere conducir al país.
Y…mucho menos, cuáles serían los beneficios obtenidos como para que ese proyecto trascienda en el tiempo y se convierta en un referente histórico.
Hasta ahora lo que ha distinguido a su administración es una serie de ocurrencias que en la mayor parte de las veces no dejan de ser una balandronada de momento y citas discursivas para salir del paso.

El ocurrente… Hasta ahora ni siquiera un Plan tiene que le otorgue certeza a sus afamados cuentos que vierte sin ton ni son.
Pero nunca ha mostrado documento alguno que indique siquiera que es lo que busca como gobernante, hacia dónde piensa llevar al país, cómo transformará y modernizará a las Instituciones, y como mejorará las condiciones de vida de los mexicanos, que sería la parte más importante en cualquier esquema de gobierno.
Por lo pronto, anunció que durante su tercer año se dedicará a terminar todas las obras iniciadas por su administración, al igual que las inconclusas que fueron heredadas por administraciones anteriores, y ya no comprometer más.
También fue reiterativo en que en los primeros dos años de su gobierno se sentaron las bases de su proyecto de transformación, y lo que sigue para el resto del sexenio es la consolidación de los procesos iniciados.
Caray, cómo es ocurrente el señor López, porque hasta ahora ni siquiera un Plan tiene que le otorgue certeza a sus afamados cuentos que vierte sin ton ni son y que busca que los mexicanos nos embarquemos en una aventura populista de la que saldríamos bastante raspados y con una crisis económica brutal por su desatino en el manejo de los dineros públicos.
Vaya, ni siquiera los grandes empresarios se han animado a invertir en sus cuentos chinos de todos los días, y han preferido mantenerse a la espera para no cometer un costoso error como los que provocan sus ansias de marcar la diferencia con “los de antes”, que al menos le otorgaban realidades en el rumbo de país a los mexicanos de todas las latitudes.

El fracaso de la 4T está a la vuelta de la esquina y se convertirá en otro sexenio perdido. Pobre país, pobres mexicanos.
Sus grandes obras que distinguirían su administración siguen siendo la Refinería de Dos Bocas en los momentos en que los adelantos tecnológicos nos permiten obtener energía solar, el Tren Maya que es inviable y causará un grave deterioro en el medio ambiente, y un inútil aeropuerto en Santa Lucía buscando granjearse la adhesión de las Fuerzas Armadas.
Sin lugar a dudas esa segunda etapa de la mal llamada Cuarta Transformación no es más que otra serie de peripecias que seguirán costándole mucho dinero a los mexicanos, y se distinguirá históricamente por los constantes fracasos de las ideas de un hombre que en su necio propósito de marcar la diferencia está llevando al país al precipicio económico, porque ha dispuesto de los caudales públicos de forma discrecional sin un proyecto viable que responda a un plan construido por expertos para beneficiar a los mexicanos y alcanzar el éxito.
El fracaso de la “Cuarta Transformación” está a la vuelta de la esquina y se convertirá en otro sexenio perdido. Pobre país, pobres mexicanos. Al tiempo.
Ruinidad Presidencial
Si de algo podemos acusar al gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, es de la densa opacidad con la que se ha conducido desde su llegada al poder.
Aquel que siempre fustigaba a sus antecesores por su proclividad al ocultamiento de datos es ahora el maestro del engaño con la disposición de los recursos públicos porque ya no existen mecanismos para diluir muchos rubros que desde su llegada al poder no se han explicado a cabalidad a los mexicanos, que tienen todo el derecho de exigir la obligación transparencia a que obligan las leyes que nos hemos dado para que exista de forma efectiva la rendición de cuentas.
La característica principal de la actual administración es el ocultamiento de los datos como versión oficial y la opacidad en la rendición de cuentas.
Señalar que ya se están generando las condiciones para la reactivación de la planta productiva del empleo gracias a los buenos oficios de su gobierno, es otra más de las de las mentiras a las que se ha acostumbrado el Presidente de la República.
Porque no es el gobierno quien produce los empleos, sino la inversión de la iniciativa privada que sigue exponiendo sus capitales sin contar con la certeza de que la esfera oficial propiciará las condiciones para alcanzar el éxito económico.
La opacidad en el manejo del dinero de los mexicanos es una constante, y el ejemplo más claro que pinta la realidad de esa opacidad es el encriptamiento hasta por cinco años de los recursos que presuntamente se han invertido en la adquisición de vacunas para inocular a los mexicanos de la pandemia del coronavirus.

La característica principal de la actual administración es el ocultamiento de los datos como versión oficial.
Lo peor de todo es que la propia Organización Mundial de la Salud expuso públicamente la lista de los países que han adquirido las vacunas, y aunque nos cueste creerlo México…no está entre ellas, y las pocas que se recibieron fueron de prueba y las demás fueron producto de una donación.
Ahora la sospecha es que el Presidente nunca estuvo enfermo de Coronavirus porque lo que se buscaba con la pretendida enfermedad era provocar el “efecto del desvalido” para que la conmiseración de los mexicanos lo cubriera con su manto.
Mentira o no, una gran parte de los mexicanos han dejado de creer en lo que dice el merolico mañanero intentando justificar el estrepitoso fracaso en que se ha convertido su gobierno y la poca seriedad en la adquisición de vacunas para inocular a más de ciento veinte millones de mexicanos.
Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en el maestro del engaño, y la versión de que el PRI robó mucho, ha dejado de ser efectiva para mantener a los mexicanos engañados y justificar con ello la disposición del dinero público en muchos rubros dejando en la indefensión a los ciudadanos que nunca esperaron que la mendicidad presidencial fuera tan artera con tal de justificar todas las tranzas que día con día hemos ido conociendo.
La ruindad y la mendicidad también se han presentado en los hospitales donde ya no reciben a los enfermos pese a que en las mañaneras se afirma que se está brindando toda clase de servicios a quienes padecen la mortal enfermedad.

La ruindad se presentó cuando se anunció el plan de vacunación sin siquiera haber hecho los contratos para la adquisición de las vacunas.
La ruindad es ahora la identidad en las mañaneras, porque si algo se ha comprobado es que no hay medicinas, ni camas, ni oxígeno en los hospitales públicos.
La mezquindad presidencial se presentó cuando en otro de sus desplantes populistas anunciara que el coronavirus se curaba con estampitas religiosas.
La ruindad y la mezquindad se presentó cuando se anunció el plan de vacunación sin siquiera haber hecho los contratos para la adquisición de las vacunas.
También se es ruin y mezquino dejar morir a los niños con Cáncer por quitarles el presupuesto para su curación, o decir que la pandemia le vino como anillo al dedo a la Cuarta Transformación, y mentir todas las mañanas a ese pueblo noble que lo llevó al poder.
Ruin y mezquino es decirse enfermo sin estarlo. Al tiempo.