Editorial
Plan C
…Avanza
Una abrumadora mayoría de las y los mexicanos no cayó en sus trampas, no creyó antes de la elección, ni cree ahora sus mentiras como la de la supuesta sobrerrepresentación y menos se impresiona o se atemoriza -sobre todo después de haberlos vencido en las urnas limpiamente- con sus arrebatos retóricos.
Lo cierto es que la democracia en México no está en peligro como las y los conservadores y sus muchos voceros en los medios sostienen. Lo cierto es que hoy el pueblo mexicano se sabe por fin soberano y en el mundo se nos reconoce, por primera vez, como una democracia real, fuerte y ejemplar.
Andrés Manuel López Obrador, quien en unos días habrá de salir de escena para siempre, de eclipsarse cuando cuenta con un altísimo respaldo popular y como no lo ha hecho ningún otro dirigente de un movimiento revolucionario victorioso, no actuó jamás como un tirano o como un autócrata y tampoco destruyó a México.
En las urnas, Claudia Sheinbaum Pardo, quien, respetando siempre las reglas de la democracia, obtuvo casi 36 Millones de Votos y sacó 30 puntos de ventaja a su más cercana competidora, recibió un mandato contundente e inapelable que ha de ser respetado: continuar, consolidar y profundizar la transformación del país.
Consciente y libremente, decidieron además las y los ciudadanos, dejarle las manos libres a la primer Presidenta de la historia de México y votaron para que tuviera mayoría calificada en el Congreso de la Unión y pudiera reformar la Constitución.
Las y los votantes decidieron que es preciso rescatar, reformar y regenerar aquellos poderes del Estado, como el Judicial o a aquellas instituciones como la autoridad electoral, en donde la oligarquía y el viejo régimen se atrincheraron y desde los cuales pretendían seguir gobernando o ejercer al menos su poder de veto.
La oligarquía (los prianistas) pretendieron torcer la ley, burlar la voluntad popular expresada en las urnas y arrebatar a Claudia y a la coalición “Sigamos Haciendo Historia” la mayoría calificada ganada limpia y auténticamente como lo establece la Constitución. “Tonto es aquel que piensa que el pueblo es tonto”.