Editorial
El adiós, a menos de un año
Dentro de poco menos de un año se irá Andrés Manuel López Obrador. Al dejar la presidencia desaparecerá entre el pueblo al que se debe; gracias al cual llegó a Palacio Nacional y, por cuya protección y contra todo pronóstico, se mantuvo en él.
No volverá a tener ningún tipo de intervención en la vida pública de México y esperará en Palenque el juicio de la historia. La certeza de que así será entristece a la mayoría de ciudadanos, pero es uno de los rasgos de su personalidad que más lo honran y que más se respeta y admira.
Perpetuarse en el poder “en nombre del pueblo”, reelegirse, modificar la Constitución para mantenerse en la silla o seguir gobernando, ha sido la constante en la historia.
Casi nadie entre los gobernantes progresistas y de izquierda -y los ejemplos sobran en América Latina- se va cuando le toca y de buena manera siendo que no hay nada más revolucionario que someterse a la voluntad del pueblo.
“No hay héroes vivos” decíamos en la guerra y es que solo esos a los que la muerte congela en el heroísmo escapan a la seducción del poder.
Su destino es eclipsarse políticamente en cuanto entregue la banda presidencial, quedar congelado en ese momento. Cualquier otra cosa no solo disminuiría, y eso lo sabe, su estatura histórica; sería, además, una traición al mismo pueblo que solo por seis años lo eligió.
Ese mismo pueblo al que tantas veces y tan tenaz y tercamente ha confiado su vida y en cuyas manos deja ahora la posibilidad de continuar la 4ª. Transformación.
Una revolución como no ha habido otra en la historia, amplia, plural, diversa, heterodoxa y radical como este pueblo al que apela, al que llamará a las urnas en 2024 y de cuya voluntad depende para consolidarse ha de ser la transformación qué, con sello propio, tocará continuar a Claudia Sheinbaum.
Claudia, sabrá honrar, enaltecer, continuar con su sello propio, su legado. Fracasó la derecha conservadora, fracasaron la oligarquía, el poder eclesiástico y el poder mediático; no pudieron, pese a que se empeñaron a fondo, destruir a López Obrador.
Fracasaron también los intelectuales y los líderes de opinión qué, creyéndose sus propias mentiras, aferrados a la caricatura que del tabasqueño hicieron para frenarlo, jamás llegaron a comprenderlo.
Se lanzarán con todo contra Claudia y fracasarán de nuevo, porque la democracia, en tanto implica el respeto irrestricto a la voluntad del pueblo, les ha sido siempre ajena.
El semanario de Coahuila
