Editorial
Preocupación
El encarcelamiento de Rosario Robles Berlanga, ha despertado una preocupación muy grande y adicional sobre el proceso, y es que la exsecretaria se presentó voluntariamente en dos ocasiones a la audiencia a la que fue citada por un delito de los que comúnmente se conocen como “no graves” y que no ameritan prisión automática mientras se desarrolla el proceso legal, eso ha pasado siempre, es lo común.
Para que haya prisión debe considerarse que la persona quiera fugarse o sea peligrosa, pero no era el caso de Rosario Robles, pues de haber querido se hubiera fugado inmediatamente, pero canceló un viaje en el extranjero para volver a México y presentarse en tribunales, aun así los fiscales pidieron encarcelarla. Y el juez lo concedió.
Este caso no debe ser visto como el gran trofeo anticorrupción del gobierno de AMLO, al contrario, ya muestra lo que dirá el Presidente el primero de septiembre, para justificar o echar cortinas de humo sobre la verdadera situación de desastre en que se encuentra el país
La Fiscalía debe seguir la ruta del dinero desviado, porque necesitamos saber qué pasó con todo ese dinero, que se le imputa a Robles, y no solo en el fraude en las dependencias a su cargo.
Se debe diseñar un ajuste legal para ver que tienen en común el uso de las empresas fantasma para desviar recursos. El caso del exgobernador de Veracruz Javier Duarte y el de la Estafa Maestra son ejemplos bien documentados, pero son solo dos de muchos.