Peña Nieto – Fuera de la Realidad …Último Informe

3 septiembre, 2018 en

Peña Nieto se niega a aceptar que perdió abrumadoramente

Enviado por Miguel A. López.- 

Es su tarea, Enrique Peña Nieto tiene razón en decir que su sexenio ha sido de logros, muy pocos, pero los ha tenido.

Como clavo ardiente se ha aferrado al “Pacto por México”, a la creación de empleos, a los nuevos salones para clases, a la selección de profesores, a mayor infraestructura, nada que sus antecesores no hayan mencionado, fue su sexto informe y el presidente parece  desconoció la realidad.

Es más, ejerció la automática negación para aceptar que perdió la presidencia debido a que su órbita no corresponde a la de millones de mexicanos.

En su partido, el PRI, se cegaron frente al día a día, sin auto crítica, se dedicaron a escucharse a sí mismos, absortos bajo el mantra de que todo estaba bien y que el enojo sólo era una rabieta social, pero jamás creyeron que la lápida de la frustración social los aplastaría.

Escándalos penosos lo dejaron sin credibilidad

Peña Nieto, pudo haber tenido aciertos, pero pesan más las malas decisiones, estas sí con factura a cargo de la paciencia de los ciudadanos, quienes no aceptan las cifras de este gobierno y sí resienten el golpe a los bolsillos o la vulnerabilidad con que respiramos muchos ante el poder de los grupos criminales.

Los folders gubernamentales pueden dar detalle de cifras macroeconómicas, estrellita en la frente para ellos por la tarea bien hecha, sólo que sirve para afirmar que se cumplió, pero con los grupos de poder, allá, en el Olimpo no hay disgustos, quien tenía dinero hizo más dinero, pero en el subsuelo, los mexicanos hemos tenido que pagar más por la gasolina, más por los artículos de primera necesidad.

Que ha velado por el trabajador de gobierno, que en Chiapas gana cinco mil 600 pesos mensuales, o los policías de cuatro mil 200. El empleado de la tienda departamental que llega a los cinco o seis mil mensuales, o el campesino que con 80 pesos o menos diarios sobrevive.

¿Quién es capaz de decir que se siente satisfecho con el precio de gasolina a 20 pesos por litro?. ¿Aquellos padres de familia que gastan 400 pesos al mes en leche para su bebe?.

Si ese padre de familia posee un modesto auto de cuatro cilindros deberá desembolsar 900 pesos a la quincena para su tanque, o pagar pasajes que le quitan 80 o cien pesos diarios.

Nos hemos acostumbrado a vivir bajo las fronteras de una miseria que no mengua, ni es curada por las decenas de programas sociales.

Tendrán que pasar 11 generaciones de mexicanos pobres para que salgan de esa condición, los números a ras de suelo son brutales, nos bañan de una realidad que se convierte en cruel, pues mientras se alardean resultados gubernamentales tenemos la catástrofe de la pobreza en México.

Y llegará Andrés Manuel, quien no podrá cambiar mágicamente las cosas tal y como lo esperan muchos que viven de esta ilusión.

Heridas que no tienen sanación ni justificación

Hemos recibido ya los primeros baldes de agua fría, la gasolina por ejemplo y el precio que castiga a la gran mayoría de los mexicanos, pero más a los pobres por el encarecimiento de los productos. Y esto tan sólo es el archivo de la economía, falta asomarnos a la inseguridad y el seco manantial de resultados.

Los Deudos

del Sexenio

Enviado por Andrés Aguilera

Hace seis años, muchos vislumbramos -con gran ingenuidad y esperanza- un cambio de rumbo del país que estaba sumido no sólo en la inseguridad y la violencia; donde se percibía un ambiente de notoria corrupción y de ineptitud gubernamental, a la par de la gestación de lo que, a la postre, se transformaría en el “mal humor social”.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se había erigido como el gran triunfador de la elección del año 2012.

Recuperaba la Presidencia de la República tras doce años fuera de las oficinas presidenciales, teniendo a la cabeza a un joven Enrique Peña Nieto, cuya imagen y propuesta de oposición a los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, habían sido puntal de su campaña política, así como el retorno del “control” que presumían tener los priistas del país cuando gobernaron, fueron las propuestas que mayor eco tuvieron entre la población.

Desgraciadamente, las expectativas fueron muchas y, por desgracia para los mexicanos, los resultados -al menos en percepción- fueron pocos.

En materia de seguridad, la violencia se recrudeció en todo el territorio nacional; el crimen organizado y su perniciosa influencia incrementó presencia en territorios donde, antes del 2012, reinaba la paz y la tranquilidad.

Por otro lado, la corrupción -justa o injustamente-, aunada a la grosera frivolidad, dispendio e ineptitud, se volvieron características icónicas de esta administración.

Los penosos escándalos en que se implicaron desde el Presidente de la República, Secretarios de Estado hasta gobernadores y legisladores, sumada a la muy deplorable -y displicente- respuesta ante ellos, atizaron el fuego de la desesperanza, lo que recrudeció el rencor, la frustración y el enojo, lo que generó un inevitable hartazgo.

De este modo, la sociedad mexicana, en su totalidad, se volvió uno de los principales deudos de este sexenio. La seguridad, principal queja de muchos mexicanos, no pudo brindarse a cabalidad, por el contrario, la violencia aumentó y los focos se agudizaron, al tiempo que la confianza en las instituciones públicas -incluidas aquellas con gran legitimidad, como el Ejército y la Marina- se fue perdiendo a niveles jamás antes vistos.

Otro de los grandes deudos de esta administración, sin lugar a dudas, es el PRI que, después de haber sido el instrumento que le permitió a Enrique Peña Nieto y su grupo político acceder a la máxima magistratura del país; de haber sido el partido con mayor representación en México, hoy cayó a los niveles más bajos de aceptación del electorado mexicano.

Muchas expectativas, pocos resultados

Jamás en su historia el partido de la “Revolución Mexicana”, había tenido tan malos resultados electorales, pues fue -sin lugar a dudas- recipiendario directo del desprecio a esta administración y sus magros resultados.

Su credibilidad y aceptación se fue a los suelos, producto innegable de la baja popularidad del Presidente de la República.

Así, se muestran ante una realidad innegable: esta ha sido la administración más impopular que ha tenido el México moderno.

Sus acciones, aciertos y desaciertos, serán juzgados por la historia. A la postre, ya veremos qué lugar ocupa en ella.

Por lo pronto hay dos grandes deudos que no perdonan, al menos en un corto plazo, los errores y fallas que, a primera vista, resultan evidentes y que generaron heridas profundas y difíciles de sanar.

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