Pelea Campal …La Visión del Ring

4 mayo, 2020 en

México, de mal en peor cada día, con pandemia o si ella

*Sabedores de que en México todo va mal,

  y que existe una fuerte ausencia de gobierno,

  aunado a una pandemia que no esperábamos,

  sin dinero, sin empleo y sin futuro, ya nada

  nos consuela, más que agredirnos unos a otros

 y hacer como que nada pasa, que todo está bien.

 

 Enviado por Roberto Cienfuegos.- 

Ahora todos nos culpamos de tener éste gobierno

¿Pues qué nos traemos en México?. Sí, claro, la pandemia. Pero no sólo eso.

Hace rato -y no pondré fechas por consideración a eventuales

susceptibilidades- andamos como agua para el chocolate.

Andamos que no nos aguantamos ni a nosotros mismos. Reaccionamos de inmediato por quítame estas pajas. El coronavirus se nos ha subido hasta la cabeza.

Es probable que también resulte otro síntoma de esta enfermedad que nos confina en nuestras casas y dispara la violencia intrafamiliar, en un grado donde las mujeres son la parte más vulnerable y afectada.

Pero no sólo. Ya andábamos calientitos como queriendo pelear por esto, por lo otro y por aquello más.

Hay un creciente malestar que si por el aislamiento, por las angustias económicas, los descuentos salariales “voluntarios” en el gobierno federal, y también por la inseguridad y el rampante crimen al alza, que desoye incluso al presidente cuando llama a “bajarle”.

Hay muchas causas más, claro. Entre ellas el hastío y la indignación por la violencia contra los héroes sanitarios en estas horas de pandemia.

Pero nadie o casi nadie, escucha y menos atiende. Las cosas se están descomponiendo rápidamente en el país, donde cada quien, sector, grupo o gobernante, hace lo que puede y quiere.

Sabemos que el desempleo toca a la puerta

Parece que la única convocatoria que prima es la advertencia individual, sectorial o segmentadamente gubernamental a “no me busque porque me va a encontrar” o aquella otra de “no me voy a dejar” o una más directa: “yo si le respondo y no estoy jugando”.

Así andamos por estos días, pero desde hace tiempo, antes de que llegara la temible pandemia.

Como pocas veces en los últimos años y hasta donde recuerdo, México está inmerso en una guerra social de baja intensidad que escala a ratos. Ya ni en las familias nucleares hay consensos mínimos.

Nos estamos peleando unos con otros, así sea sólo en el orden ideológico y/o verbalizado.

No creemos en nada ni en nadie o hacemos nuestra la postura contraria y extrema de asumir que todo va requetebién en el país, que gobierna López Obrador.

Prácticamente en cualquier tema de impacto nacional cada quien tiene sus propios datos.

Hoy día, una inmensa mayoría de mexicanos se ha convertido como por arte de magia en “experto” económico, sanitario, politólogo, sociólogo y hasta en brujo y profeta.

Usted pregunte, faltaría repetir la frase del bien conocido comediante Derbez?.

Se agrega el hecho de que vivimos saturados e intoxicados de información casi instantánea, así esta resulte no sólo falsa, sino ilógica, adulterada, pervertida, tendenciosa e ignorante.

Sin ninguna contención las redes sociales se han convertido en el mayor espacio para todo tipo de aventuras y perversiones sin que una buena parte de la sociedad al menos medite un poco antes de compartir tantas narrativas tan irracionales como peligrosas.

No sabemos, pero suponemos que va a pasar después de que pase la pandemia

Consumimos venenos tan tóxicos o más que el virus que nos acecha en estos días. Y lo peor es que lo hacemos sin ninguna mascarilla o protección.

Una parte -precisiones al margen- de este encono proviene de Palacio Nacional, que -disculpe usted por decirlo- ha hecho del país un ring nacional antes que el epicentro de los acuerdos y más deseablemente aún del consenso.

Casi cada mañana se activan los arcabuces emplazados desde el templete mañanero. Los blancos son sobradamente conocidos, así que será mejor ahorrar tinta así sea virtual.

¿Pues qué nos pasa?. Como preguntaba el gran Héctor Suárez durante un programa televisivo de igual nombre.

Resulta excelente el debate, la polémica y aún “los otros datos”, siempre y cuando respeten al menos dos principios esenciales de la convivencia social: la verdad y el acuerdo.

Pelear porque sí y sobre todo sin ánimo alguno de convenir en algo, es peligroso y disolvente social y moralmente.

Usar el poder para avasallar socava cualquier ética mínima y corrompe necesariamente.

Hacerlo desde una trinchera y embozarse para sólo satisfacer el interés personal y aún grupal carcome la legitimidad e impacto aún de las buenas causas.

Es tiempo, me parece y mucho más en estos momentos, de abandonar la visión del ring.

Se trata de integrar el escenario, de ampliarlo, de incorporar a los espectadores para que dejemos de mirar únicamente a boxeadores o fajadores, cuya eventual victoria o triunfo será pírrica si acaso y sólo al final de un combate tormentoso, pero sobre todo sin honra ni gloria posible.

Se acabaron los sueños y las ilusiones

Más Poder

…Para qué?

El proyecto de iniciativa recién planteado al Congreso por el presidente Manuel López Obrador para modificar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, en caso de que él mismo determine condiciones inherentes a una emergencia económica o sanidad en general, resucita los peores fantasmas venezolanos que lo acecharon durante su campaña presidencial y que se nutrieron de las prácticas políticas primero de Hugo Chávez y más tarde de Nicolás Maduro con las llamadas allá, en el país sudamericano, leyes habilitantes, una herramienta esencialmente prevista para gobernar a punta de decretos.

Aunque se trata de instrumentos legales de los que en ocasiones excepcionales disponen y han utilizado presidentes de diversos países, entre ellos figuras políticas más allá de cualquier duda sobre su real y cabal espíritu democrático.

Estos instrumentos que confieren en la práctica facultades extraordinarias o súper poderes, en el caso de México en este momento llaman la atención y aún plantean la pregunta inevitable de para qué un presidente como López Obrador quiere más poder del que acumuló en las votaciones de julio de 2018.

El Presidente se adelanta y quiere todo el poder económico

Como prácticamente ninguno de sus antecesores cercanos e inmediatos, López Obrador se erigió en esa jornada comicial histórica en un auténtico fenómeno político en México y fuera del país.

Morena, su catapulta política variopinta, cosechó una mayoría incontestable en el Congreso, la ciudad de México y cinco entidades federativas. Con Puebla, ahora suma 6.

Pocas, si no es que en ninguna vez anterior, se había visto este tipo de torbellino político en México.

Se constituyó una nueva mayoría política, si acaso sólo comparable con la que aglutinó y ejerció el poder en México con el PRI, al menos hasta 1997, cuando por vez primera el otrora partidazo perdió la mayoría absoluta en el Congreso y evidenció cansancio, desgaste y aún grietas en su largamente construido muralla de poder.

En la circunstancia excepcional que vive México por el Covid-19, López Obrador exhibe sus ganas, o necesidad tal vez, de acumular más poder. ¿Para qué? Sigo preguntando.

En su conferencia de prensa el 3 de diciembre del 18, que marcó la inauguración formal de las llamadas y ahora clásicas mañaneras, López Obrador declaró: “Tengo las riendas del poder en las manos. Es decir, hay gobierno en México”.

Han pasado prácticamente 17 meses desde entonces y vuelvo a preguntar a la luz de su iniciativa presupuestal, ¿qué cambió para el gobierno en ese lapso que llevan al mandatario a pedir más poder?.

Han pasado más de 17 meses del nuevo gobierno y todo está cada día peor

Llama la atención, insisto, esa mayor cuota de poder solicitado ¿qué trasunta y, más aún, qué anuncia, qué anticipa?.

Un dato más: al margen de la pandemia, Morena se desmorona y López Obrador está distante y presto incluso a alzarse con sus bártulos si la circunstancia lo amerita.

Se esté o no de acuerdo con “el modito” de López Obrador, nunca deberían subestimarse su capacidad y olfato políticos. Tiene un colmillo de esos que abren surco en la tierra.

Se equivocan quienes lo subestiman y lo hacen blanco de todo un arsenal de epítetos, algunos de ellos impronunciables e impublicables.

Para decirlo en términos coloquiales y aún muy domésticos: cuando sus adversarios políticos van, López Obrador ya viene de regreso.

O dicho en términos aristotélicos: AMLO es un animal político. Por ello, sus adversarios no le han hallado la forma ni la cuadratura al círculo.

Después de todo, López Obrador ha hecho una sola cosa en su ya larga vida: política. Desatender o ignorar esto que resulta básico, lo fortalece frente a sus adversarios.

Estamos en paro nacional…y así seguiremos indefinidamente

No dudo en consecuencia que AMLO volverá a salirse con la suya y tendrá poderes especiales en materia económica y sanitaria, pero eso sólo parece una mampara.

Quienes lo oponen seguirán entreteniéndose con sus quejas y lamentos, acusaciones y comparaciones, incluso chavistas y maduristas, pero en el fondo serán otros los objetivos lopezobradoristas.

Mientras esté al frente del Poder Ejecutivo, él seguirá en “su modito” y todo hace prever que no está dispuesto a hacerla de florero.

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