
*Entre elogios, lugares comunes y dudas
sobre planes militares de EEUU.
*Lejos de su tono duro y crítico contra la
amistosa relación de México con Cuba y
Venezuela, Rubio decidió sonreír para la
foto y destacar ampliamente la colaboración
del gobierno mexicano de Claudia Sheinbaum
con la administración de Donald Trump.

En su primera visita a México, Marco Rubio mostró otra cara tras años de ser un duro crítico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Ni dedicó una palabra sobre cómo, según lo dijo él en varias ocasiones, López Obrador, el padrino político de la actual presidenta, Claudia Sheinbaum, “entregó” partes del territorio mexicano a los carteles de la droga, que ahora Estados Unidos considera terroristas.
Afuera de la Cancillería mexicana, ubicada en el caótico corazón de la Ciudad de México, trabajadores se apresuraban por la mañana a limpiar el grafiti de las paredes exteriores para dar la mejor impresión al enviado de Donald Trump a México.
La prensa abarrotó el acceso principal de la sede de la diplomacia mexicana horas antes de la llegada de Rubio, quien ofrecería una rueda de prensa -la única en su visita- con su homólogo mexicano, Juan Ramón de la Fuente, un funcionario criticado por su carácter tibio.
Cerca de las 11 de la mañana, hora local, la prensa ocupó finalmente los lugares dispuestos en el elegante salón de la Cancillería nombrado en honor a uno de los héroes de la Independencia mexicana, José María Morelos y Pavón.
Rubio y De la Fuente eluden respuestas polémicas, prefieren elogios mutuos.
Casi una hora más tarde, el servicio secreto estadounidense sirvió de preámbulo a la llegada de Rubio y su contraparte. Las delegaciones diplomáticas comenzaron a hacer lo propio, acomodándose en sus sitios.
Del lado derecho -desde la perspectiva de la prensa que abarrotó el lugar- el equipo de la Cancillería con el embajador de México, Esteban Moctezuma, un ex funcionario de la segunda televisora más grande del país.
Del lado izquierdo, los diplomáticos estadounidenses presididos por el representante estadounidense en México, Ron Johnson, reconocido por haber sido agente de la CIA.
La disparidad entre los equipos, evidente, culminó con la llegada de los dos altos mandos de la diplomacia.
Minutos después, recién llegado de Palacio Nacional, a unos minutos de distancia, donde formalizó con Sheinbaum un “programa” de colaboración en materia de seguridad con un enfoque en el combate al narcotráfico, Rubio llegó con De la Fuente.
En sus discursos, sin embargo, sólo cubrieron los lugares comunes que a los diplomáticos les gusta: un tono que parecería anticlimático en los tiempos de Trump.
De la Fuente, con el tono propio de quien dicta una cátedra -él fue rector de la UNAM, la mayor universidad pública del país- leyó un comunicado conjunto que destaca la cooperación en seguridad, migración y combate al narco.
Rubio, por su parte, con un tono distante de aquel con el que denunciaba el apoyo de AMLO a Nicolás Maduro, elogió la cooperación de México, particularmente el envío de decenas de capos mexicanos para ser juzgados en Estados Unidos.
“No hay ningún gobierno que esté cooperando más con nosotros que el gobierno de México, que el gobierno de la presidenta de México”, dijo Rubio, dejando escapar una ligera sonrisa.
Rubio deja al Pentágono la tarea de aclarar el ataque a la lancha en el Caribe
Cuestionado por la agencia AP y por el medio financiero Bloomberg sobre los detalles del ataque estadounidense a un bote que presuntamente llevaba drogas, Rubio repitió lo que ya había dicho.
Los detalles, dijo, debe aclararlos el Pentágono, pero el ataque representa la posición de Trump para erradicar a los carteles de la droga, que Estados Unidos busca combatir como grupos terroristas.
Dejó sin respuesta, por ejemplo, la pregunta de si las fuerzas que atacaron el bote, matando a 11 personas que Estados Unidos vincula a la banda venezolana “Tren de Aragua”, habían lanzado alguna advertencia previa a los tripulantes, como indican todos los protocolos de operativos antidrogas.
También evadió responder si Estados Unidos descarta un posible ataque en suelo venezolano, una idea que Trump ha contemplado en el pasado.
Maduro, por el momento, ha dicho que está enlistando a “cientos de miles” para responder en caso de una intervención estadounidense.
Pero Rubio repitió lo que ha dicho en X y en algunas breves declaraciones anteriores: Estados Unidos, bajo Trump, combatirá a los carteles “narcoterroristas” hasta sus últimas consecuencias.
Y De la Fuente repite lugares comunes de la diplomacia mexicana

Cuestionado por Bloomberg si México toma como un mensaje el ataque a la lancha rápida en aguas internacionales de una posible acción estadounidense contra los carteles en suelo mexicano, el canciller dijo que la diplomacia del país se rige por el principio de “no intervención” y de “autodeterminación”.
Pero el canciller no dedicó ni una palabra a los constantes ofrecimientos de Trump de enviar militares a México para acabar con el narco, ni a las tensiones recientes entre Sheinbaum y la agencia antidrogas estadounidense, la DEA.
Tampoco habló de los comentarios insultantes de Trump a Sheinbaum, a quien ha acusado de tener “miedo” a los carteles al grado que “no puede pensar correctamente”.
Mucho menos sobre las declaraciones de Trump sobre su intención de perseguir narcopolíticos en México, un tema que ha dominado la agenda de los medios nacionales por semanas.
El funcionario prefirió apegarse al script político: México busca colaborar con Estados Unidos, dijo, y como muestra están la reducción en detenciones de migrantes intentando cruzar ilegalmente hacia Estados Unidos en un 93%. Además, dijo, las incautaciones de fentanilo bajaron un 50%. Para cerrar el evento, ambos se estrecharon las manos y sonrieron para la tradicional foto.