Maestra Ucraniana – Cambió los Libros …Por un Rifle!!!

13 marzo, 2023 en

Yulia Bondarenko…La Maestra que dejó los libros por un rifle en Ucrania

 

*La maestra que se ofreció

  como voluntaria en Ucrania

 

Con Información de The Washington Post.- 

“Yo nunca tuve un rifle en las manos y ni siquiera había visto uno de cerca”.

A la izquierda, YuliaBondarenko, esperando un entrenamiento en armas en Kiev, la capital de Ucrania.

Hace poco más de un año, los días de Yulia Bondarenko transcurrían entre planes de clases, calificaciones y las hormonas de sus alumnos de séptimo grado.

Cuando los misiles rusos trastocaron esa rutina y los soldados rusos amenazaron su casa en Kiev, la capital de Ucrania, Bondarenko, de 30 años, se ofreció como voluntaria para responder al combate a pesar de su falta de experiencia, el riesgo que corría su vida y el pronóstico aciago que tenía Ucrania.

“Yo nunca tuve un rifle en las manos y ni siquiera había visto uno de cerca”, dijo Bondarenko. “En las dos primeras semanas, sentía que estaba en medio de la niebla. Era simplemente una pesadilla constante”.

Durante semanas había seguido las noticias siniestras de que los soldados rusos se estaban concentrando en la frontera con Ucrania, y el 23 de febrero decidió enrolarse como reservista. Al día siguiente, comenzó la guerra terrestre más grande de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Cuando las explosiones sacudían Kiev, Bondarenko tomaba el tren subterráneo para incorporarse al servicio sin saber a ciencia cierta si la oficina de reclutamiento la aceptaría sin tener toda la documentación ni un examen de aptitud física.

Pero en el caótico torbellino de voluntarios, los oficiales no hacían preguntas. Le dieron un rifle y 120 balas y la asignaron a una unidad que esperaba pelear en combates urbanos si el ejército ruso entraba a la capital. Era solo una recluta en medio de una enorme afluencia de voluntarios que engrosaban el tamaño de las fuerzas ucranianas -de más o menos 260.000 soldados a cerca de un millón en la actualidad- y cuyas vidas se transformaron por la guerra.

En una entrevista reciente, Bondarenko recordó el enorme estrés de esos primeros días. Por no estar acostumbrada a los sonidos de la artillería, después de cada ráfaga creía que la iban a herir, comentó. Pensaba que iba a morir.

Poco a poco aprendió a ser soldado. Los otros voluntarios le enseñaron a cargar, a apuntar y a disparar su rifle Kalashnikov. Practicaban lucha en trincheras y otras tácticas.

El 23 de febrero decidió enrolarse como reservista. Al día siguiente, comenzó la guerra más grande de Europa desde la Segunda Guerra Mundial

Durante la batalla por Kiev, que duró varias semanas, Bondarenko y cerca de 150 voluntarios más, casi todos hombres, vivían en un centro comercial y rotaban por turnos en los puestos de control de la ciudad. Ella y otras dos mujeres se cambiaban en un baño alejado de donde estaban los hombres.

En la noche hacía tanto frío, que dormía abrazada con una de las otras soldados. Poco a poco fueron llegando sacos para dormir, colchonetas y uniformes abrigadores, y al final, la unidad se fue a un cuartel.

No todos los reclutas nuevos necesitaban entrenamiento. La lucha de ocho años contra los separatistas respaldados por Rusia en el este de Ucrania ha adiestrado a una generación de soldados ucranianos -cerca de 500.000- en la guerra de trincheras sobre las planicies, el tipo de combate que predomina en la actualidad. Muchos veteranos regresaron al servicio activo cuando comenzó la invasión a gran escala.

En las semanas posteriores a que los ucranianos ahuyentaran a Rusia de su capital y cuando los soldados rusos se replegaron en la primavera, el combate se trasladó hacia el este. A Bondarenko le dieron la oportunidad de renunciar, tomar un puesto de oficina o trabajar como cocinera.

Ella superó sus miedos y eligió quedarse en la infantería, vivir en el cuartel y entrenar para las campañas futuras.

Al igual que otros reclutas sin experiencia, Bondarenko aprendió sobre la marcha a encontrar cables detonadores y trampas explosivas, a agacharse para protegerse de los proyectiles y a brindar primeros auxilios en el campo de batalla.

Al principio le preocupaban sus habilidades. Era tímida, le gustaban mucho los libros y nunca le interesaron las fuerzas armadas ni sabía nada de armas ni guerras. Pero su confianza se desarrolló en las patrullas y en los campos de tiro y cuando estuvo gestionando suministros y aprendiendo tácticas.

“Era agradable que los chicos dijeran: ‘Vas bien. Yo iría a combatir contigo’”, comentó.

Su brigada estaba apostada en un pueblo al sur de Kiev donde los soldados tenían contacto con los residentes: frecuentaban una tienda para conseguir refrigerios, y Bondarenko se hizo amiga de una maestra de matemáticas de la localidad.

Pero cuando terminó la primavera, tuvieron que despedirse. Iban a irse al frente, a la región de Járkov, en la zona noreste.

Obtuvo un permiso para las celebraciones de Año Nuevo y regresó a Kiev, pasó un tiempo con su hermana y su sobrina de cuatro años

En el noreste, la unidad estuvo bajo bombardeos rusos casi constantes durante todo el verano. Bondarenko ayudó a gestionar la logística y las provisiones para que las fuerzas ucranianas siguieran combatiendo.

El patriotismo y haber aprendido la historia de la represión de Moscú a los ucranianos, dijo, la motivaron a unirse en un principio.

Se había mudado de un pueblo en Ucrania central a Kiev para estudiar en la universidad y llegó poco antes de que las protestas masivas derrocaron a un presidente favorable a Rusia en 2014. Durante el despertar político que sucedió después, vio la historia de su familia de un modo distinto y halló injusticias en el prolongado régimen de Rusia en Ucrania.

En la era soviética, dijo, una presa hidroeléctrica había inundado su pueblo, Khudyaki, pero las autoridades no hicieron nada por reubicar a los vecinos. Los habitantes tuvieron que rescatar de sus casas lo que pudieron y reconstruir en un terreno más elevado.

“Cuando crecí comprendí el modo en que la historia se enseñaba de forma incorrecta en las escuelas”.

Incluso cuando nuevos e inexpertos soldados inundaron sus filas, Ucrania adoptó decenas de nuevas armas donadas por países occidentales. Para el otoño, había adquirido fuerza.

Ucrania contraatacó y, trastocando ideas arraigadas sobre el equilibrio de la fuerza militar en Europa, derrotó al ejército ruso en el campo de batalla en dos ofensivas exitosas, en las regiones de Járkov y Jersón.

Bondarenko obtuvo un permiso para las celebraciones de Año Nuevo y regresó a Kiev, donde volvió a darse los gustos que tenía antes de la guerra: un nuevo paquete de libros llegó a su apartamento, tomó café con sus amigos y pasó un tiempo con su hermana y su sobrina de cuatro años.

También aprovechó este permiso para visitar a su madre de 67 años, Hanna Bondarenko, en su pueblo ubicado en el centro de Ucrania donde ella se había criado hablando ucraniano y no el ruso que se habla en las cafeterías de Kiev.

Pero su enojo contra Rusia se fue gestando durante los últimos ocho años cuando Moscú promovió la guerra y desde hacía mucho tiempo había decidido hablar ucraniano en público.

Su madre contó que cuando Rusia invadió, por lo menos tuvo una sensación de alivio al pensar que su hija no iba a ser reclutada. “Me alegré de no haber tenido un hijo porque así no tenía que preocuparme de que lo mandaran a la guerra. Nunca me imaginé que mi hija se apuntaría”, comentó.

Bondarenko reveló que mientras su unidad estaba desplegada, ella trataba de alejar algunos sentimientos. Se siente culpable por el miedo que su madre siente a causa suya y extraña la docencia y a su novio. En su casa tiene una caja con cartas de sus ex alumnos.

También aprovechó este permiso para visitar a su madre de 67 años, Hanna Bondarenko, en su pueblo ubicado en el centro de Ucrania

“Cuando estoy en la base o en el campo, trato de desconectarme emocionalmente”, puntualizó.

En su mochila traía una pequeña parte de su vida como maestra: libros. Algunos eran libros infantiles que a veces leía para animar a sus compañeros.

Pero advirtió que su deber era servir a su país, lo cual implicaba que dentro de poco tenía que volver a despedirse de todos. Dijo que, al despedirse de su novio en Kiev, pensó en los temores cotidianos que le aquejaban a él y en sus planes para el futuro.

Esta relación, dijo, “me demuestra que puede haber luz incluso en la oscuridad”.

Muchos voluntarios que ha conocido en el último año fueron desplegados en el este de Ucrania, donde el combate es implacable, y Bondarenko sabe de algunos que han muerto.

Hasta ahora, Bondarenko no ha disparado su rifle en combate, pero asegura que, si su pelotón es enviado al frente, ella está lista para pelear.

“Ahora soy un soldado de infantería”.

Es increíble el número de infantes que han muerto a causa de esta infame guerra

“Ahora soy un soldado de infantería”.

 

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