*Como un perfecto Frankenstein, compuesto
de los desechos de todos los partidos, Morena
avanza a su descomposición natural, ante un
incrédulo López Obrador que ve con tristeza
que en poco tiempo nadie le hará caso porque
la avaricia los corrompe.
Enviado por Rafael Cardona.-
El cambio de régimen peligra. La 4T hace agua ante el avance de sus alas más radicales, ideólogos de la soberbia, autoritarismo permisivo por imaginada superioridad moral.
De poco ha servido la amenaza de AMLO de renunciar si Morena acaba siendo como los “otros”.
No es culpa del Presidente López Obrador la rebelión en su granja; los duros quieren revancha con o sin el visto bueno del mandatario.
Morena repite el mismo patrón en distintos frentes. En Baja California con la Ley Bonilla que amplía el periodo de gobierno después de las elecciones; inconstitucionalidad monumental que nada importa ni a Jaime Bonilla ni a los morenos de allá; “interpretar” la voluntad popular les sirve de pretexto.
Y avanza gracias a lo que juraron combatir, a los corruptos contumaces y a los arreglos vergonzantes.
Misma conducta, diferente escenario. Ley Garrote en Tabasco; pertrecho jurídico que castigará bloqueos y marchas contra obras emblemáticas de la 4T; bloqueo legal a la libre manifestación de la cual el hoy Presidente se valió sin reparo, sin que una disposición legaloide lo persuadiera.
Ejerció un derecho que hoy Morena acota porque es gobierno, no oposición. La Ley Garrote va.
En el Congreso federal también. Luego de la disputa por la presidencia de la Mesa Directiva del Senado entre Martí Batres y Ricardo Monreal y en la cual Morena quiso intervenir a través de una resolución interna (absurda pretensión) frenada por la resolución del Tribunal Electoral y la rebelión de legisladores morenos que le cobraron a Batres, ofensas y calumnias; vino otro desaguisado, ahora en la Cámara de Diputados.
El apetito de unas (os) en Morena creó problema donde no lo había.
El hambre de ir por todas con base en ocurrencias oportunistas para reformar la Ley Orgánica del Congreso y restituir para sí, el sistema de mayoría legislativa aplastante, exhibió a Morena; exhibió al Presidente López Obrador como líder rebasado por la voracidad de sus huestes.
Porfirio Muñoz Ledo esquivó el delirio, volvió a ser Hombre de Estado, salvó su trayectoria y evito convertirse en Patiño del nuevo sistema (la articulación cómplice entre el poder y el partido). Morena reculó, vaya ridículo.
El nuevo partidazo replica un patrón de conductas retrogradas a diestra y siniestra. En Veracruz el Congreso por fin reventó al Fiscal Winkler con un descontón político, no legal.
Los duritos se imponen, la imagen que revela fondo, poco les importa, para ellos toda crítica es chayotera sino es chaira; la regresión histórica la explican porque “somos diferentes”.
En realidad, son reencarnaciones de un pasado temporalmente superado con el decoro y ejemplo de muy pocos.
A pesar de AMLO; Morena se justifica ante sus excesos y frente a sus incapacidades, se esconde.
“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” dijo el católico-liberal Lord Acton (1834-1902), y dijo bien.