El semanario de Coahuila
A través del cristal.
Redacción.-
El criko.
Región Carbonífera, Coah.- Desesperados por el consumo del cristal y bajo sus influjos, cada vez son más las personas, principalmente jovencitos, y jovencitas, aunque también hay adultos, que caen en sus garras y lo mismo roban que agreden, no se fijan a quien, puede ser su misma familia que llegan al extremo de hablarle a las diferentes corporaciones policiacas para que los detengan pues no saben que hacer con ellos.
El Cristal, una droga que ha engrosado su lista de consumidores mexicanos en los últimos años y que algunos ya consideran como un problema grave de salud pública.
Al cristal -metanfetamina- también se le conoce como ice, hielo, crico, cristo, foco o simplemente meth.
Su consumo en México empezó a cobrar importancia entre 2008 y 2016, pues en ese período se detectó que el número de adictos a esta sustancia internados en centros de narcóticos anónimos se había triplicado. Y en ese mismo ritmo continua.
La región carbonífera no es la excepción y quienes fueron candidatos en las pasadas contiendas podrán decirlo, las amas de casa, los padres de familia les han pedido que les ayuden con sus hijos, que no saben qué hacer con ellos y enviarlos a un centro de rehabilitación les ocasiona un costo que no pueden sufragar.
Las consecuencias son devastadoras pues pierden su familia, su empleo, todo.
No para el consumo de drogas.
Después del alcohol, es considerada como la droga de más impacto en México. Los estados que han registrado aumentos importantes en el número de adictos son Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Durango, Nayarit, Jalisco, Guanajuato, Coahuila y Colima.
La División Antidrogas de la Policía Federal en el país tiene identificado al cristal como la segunda droga más decomisada en los últimos seis años, desplazando a la cocaína y a la heroína.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar) calculan un promedio 20 mil kilos de cristal decomisados anualmente. Culiacán es el municipio que ha registrado el mayor número de aseguramientos.
Según el periódico El Universal, los tres grupos delictivos que producen esta droga sintética son los que operan en Michoacán y Sinaloa, además del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Existen registros de que estas producciones han llegado a países como Japón, Australia, España y Alemania. Pero su principal cliente son los Estados Unidos, donde además del cristal existen otras drogas duras como el fentanilo que afectan a la población.
Y es que la metanfetamina es un poderoso estimulante que puede fumarse, inyectarse o inhalarse y produce una sensación de euforia y placer similar a los efectos de la cocaína.
Se pierden los seres queridos en las drogas.
La diferencia es que los efectos del Cristal pueden durar más de 12 horas y se caracterizan, en primera instancia, por la supresión total del apetito y el sueño.
Cuando la droga llega al cerebro aumenta la producción de dopamina, un neurotransmisor asociado con la sensación de placer en el cuerpo.
El poder adictivo del cristal se manifiesta en la ansiedad que experimentan sus consumidores cuando les da el “bajón”.
Aquellos que no encuentran consumo, pueden llegar al suicidio o hasta matar a alguien por conseguir este veneno. Incluso llegan a la prostitución lo mismo hombres que mujeres con un solo objetivo: el consumo de la droga.
Los centros de rehabilitación que tienen costo, son impagables para la mayoría de los ciudadanos, gente trabajadora, de esfuerzo, que laboran en maquiladoras o centros comerciales y que no tienen más opción que ver caer a sus hijos; no saben qué hacer con ellos.
Hay quienes aun siendo profesionistas y cayeron en las garras del cristal, caen en lo más bajo. Pocos logran salir de este camino de perdición.
Pocos son los que se rehabilitan.
El traslado a los propios centros de rehabilitación es doloroso, los padres ven como se llevan a sus hijos, amarrados, con la mirada perdida y no alcanzan a entender qué es lo que sucede.
Esa es la mirada a través del cristal. No ven gente amiga, no se los permite. Lo que ven es agresión hacia ellos, no se dan cuenta que lo que tratan de hacer es ayudarlos a que su caída no sea peor.
Y los que no tienen forma de ayudarles a sus seres queridos, no tienen más remedio que verlos arrastrarse por las calles, pidiendo caridad a los transeúntes para poder solventar el vicio maldito que parece no tener fin.