Halloween – Excusa para festejar

31 octubre, 2017 en

Noche de Halloween

Halloween

Excusa para festejar

 

Una fiesta norteamericana

ANMEX: Cristina Flores Cepeda

 Sabinas, Coah.- Todos sabemos que la fiesta de Halloween no es una tradición mexicana, sino más bien norteamericana. El motivo que cobre cada vez más fuerza es precisamente la cercanía que tenemos con nuestro vecino del norte, no está ligado a una tradición religiosa, como puede ser la celebración de la Navidad, o pagana, como es el caso, en realidad tiene una explicación más de celebración que sirve de excusa a un encuentro festivo.

La celebración de Halloween en la mayoría de las casas empezó para que los hijos pudieran invitar a sus amiguitos y que todos pudieran merendar y disfrazarse de lo que quisieran, no es imprescindible que sus disfraces sean de fantasmas, brujas o momias, el requerimiento es, simplemente, disfrazarse.

Año tras año, manteniendo el mismo espíritu de fiesta o reunión social, hemos ido incorporando la decoración de casa acorde con la noche de Halloween: una telaraña, arañas que cuelgan, pegatinas en los cristales, música de fondo algo tenebrosa, una calabaza y una calavera a la entrada para recibir a los amiguitos.

Resumiendo, todos los padres podríamos organizar en cualquier momento, por el motivo que fuera o con cualquier excusa, una pequeña fiesta o reunión en la que las amistades de nuestros hijos vengan a casa para disfrutar y participar de una celebración amistosa y un ambiente algo esotérico, nada más y nada menos.

Es la noche del 31 de octubre

¿Sabe por qué se celebra Halloween?

Si se va a disfrazar este fin de semana, no estaría mal saber cuál es el origen de esta fiesta que le permite vestirse una vez al año como un personaje fantástico.

Este martes las calles se llenarán de zombies, fantasmas, brujas y algún que otro superhéroe, muñeca, etcétera. Halloween no es una fiesta tradicional de México, pero cualquier excusa es buena para pasar un momento divertido, más si es entre disfraces.

Aunque la fecha oficial de esta festividad se establece en la noche del 31 de octubre, Halloween lleva semanas tomándose las vitrinas de las tiendas, los mostradores de los supermercados y protagonizando la decoración interior de oficinas.

La venta de calabazas y dulces se dispara durante los días previos. Una reinvención comercial y contemporánea que se aleja de la verdadera razón de ser de esta fiesta. Por qué, a estas alturas, ¿quién conoce su auténtico significado?

La palabra ‘Halloween’ surge de la contracción escocesa ‘All Hallow’s Eve’, que en español se traduce como la ‘Víspera de Todos los Santos’.

Para conocer su origen hay que trasladarse a la tradición celta del Samhain, con la que se despedía la temporada de cosechas y se daba la bienvenida al largo y oscuro invierno propio del norte de Europa.

Los antiguos celtas creían que en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre la línea que separa  este mundo del otro se estrechaba, dejando pasar las almas de los que ya no están entre los vivos.

Los buenos espíritus eran homenajeados por sus familiares; los malos, ahuyentados. La gente se vestía con máscaras y ropajes para adoptar la apariencia de las almas malignas y así no ser dañados por estas. También se les ofrecía dulces para mantenerlos entretenidos (de ahí el juego del trick-or-treat, truco o trato en español). Los romanos adoptaron esta práctica tras la ocupación del territorio celta.

Como tantos otros convencionalismos, occidente introdujo esta festividad en su calendario cuando el cristianismo se consolidó como religión dominante del territorio.

Los disfraces

Así, se suplantó su naturaleza pagana por otra más apta para el nuevo orden religioso: pasó a ser el día en el que se homenajea a los mártires del cristianismo y a los familiares difuntos.

Se le asignó el nombre de Día de Todos los Santos y se trasladó al 1 de noviembre.

A pesar de este desarraigo, la tradición anglosajona mantuvo la tradición respetando sus orígenes.

La Gran hambruna irlandesa entre 1845 y 1849 provocó una migración masiva de irlandeses a Estados Unidos y Canadá, trasfiriendo parte de su cultura a este lado del Atlántico. Halloween no fue la excepción.

Esta cita con los muertos cobró la relevancia popular, que se mantiene hasta nuestros días, a mediados del siglo XX. El modelo social consumista, que comenzó a despuntar por ese entonces, hizo su tarea: posicionar la venta masiva de disfraces, dulces y cualquier simbología que indicara que era un día para el entretenimiento y la diversión. La industria de la publicidad se sumó a este llamado.

Ahora bien, la internalización de Halloween propiamente dicha vino de la mano del séptimo arte, con el estreno en los años 70 de la película de terror ‘La noche de Halloween’ de John Carpenter. A partir de ahí, la importación masiva de la Víspera de Todos los Santos, primero en los países anglosajones, luego en el resto del mundo occidental.

Y todo ello a pesar de las constantes críticas de colectivos cristianos que se suceden cada 31 de octubre.

A pesar de que hay muchos detractores de incorporar esta fiesta norteamericana a nuestras costumbres, lo cierto es que cada vez son más las personas que salen a las calles durante la noche del 31 de octubre para celebrar una tradición en la que niños y adultos se pueden divertir juntos, además de que se convierte en una velada de fiesta de disfraces de terror y horripilantes.

Halloween es una arraigada tradición norteamericana, como decíamos, pero de origen irlandés, y ya está plenamente integrada en países de medio mundo, entre ellos, España.

Que no falten las calabazas

Cada año aumenta su popularidad y niños y adultos no pueden resistirse a participar de esta fiesta, una terrorífica noche en la que sustos y risas se dan la mano.

Disfraces de brujas, maquillajes sanguinarios y, sobre todo, calabazas, son los elementos principales que se convierten en protagonistas cada 31 de octubre.

¿Y por qué se utilizan calabazas para representar Halloween?

Al contrario de lo que popularmente se piensa, la calabaza de Halloween tiene su origen en Irlanda. Cuenta la leyenda que Jack O’Lantern, un irlandés de dudosa reputación por su afición al alcohol, su tacañería y su egoísmo, y quien tuvo un encuentro con el Diablo la noche del 31 de octubre.

Consiguió escapar de él y fue el propio Jack quien le atrapó con la ayuda de algunos crucifijos. Pasados 10 años, el Diablo no conseguía escapar y tuvo que hacer un pacto con Jack: nunca se llevaría su alma si a cambio le liberaba de su prisión. El irlandés aceptó, quitó los crucifijos y el Diablo escapó.

Cuando llegó la hora de la muerte de Jack O’Lantern, no podía ir al cielo por su vida llena de pecados, pero tampoco tuvo lugar en el infierno ya que allí se encontraba el Diablo y aún seguía vigente la promesa de no llevarse nunca su alma. Jack quedó condenado a una eternidad en ninguna parte, no había cielo ni infierno para él y el Diablo, burlándose de él, le entregó un carbón encendido para que vagara eternamente por la oscuridad.

Jack colocó este carbón dentro de un nabo, pero con el tiempo los propios irlandeses cambiaron su leyenda utilizando calabazas ya que con su migración a tierras americanas era más complicado encontrar nabos, mientras que la calabaza estaba mucho más extendida.

Este hecho, unido a que son más sencillas de vaciar y utilizar a modo de candil, fue el detonante para convertir a la calabaza de Halloween en el símbolo de la Noche de los Muertos Vivientes.

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