ANMEX: Cristina Flores Cepeda.-
La Virgen de Guadalupe moviliza a todos los mexicanos. Orar por su intercesión, por favores obtenidos, por aquellos que se esperan obtener, demuestran que la Morenita del Tepeyac llego para quedarse en el corazón de quienes habitan este País.
Hasta la noche del domingo 10 de diciembre, cerca de cuatro millones de personas habían llegado a la Basílica de Guadalupe, según el conteo realizado durante el transcurso del día, para la conmemoración del aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
Los creyentes arribaron a la Basílica de Guadalupe desde el pasado viernes para rendir culto a la guadalupana, y han convertido al atrio del santuario en un gran mosaico del México más profundo.
La gente llegó desde todos los puntos de la Ciudad de México y de los estados vecinos, a bordo de camiones de carga, camionetas, autos, bicicletas, en transporte público y, sobre todo, a pie.
El epicentro son la Basílica y su atrio, la enorme plaza que sirve lo mismo de campamento de descanso que para ejecutar bailes al compás de música de violines, tambores y metales.
En la explanada se come, se descansa, se duerme, se espera a que llegue la noche para cantar las Mañanitas.
La gente se acomoda para probar bocado, degustar una botana, jugar baraja, curarse las ampollas, reparar sus bicicletas, continuar con amoríos surgidos dentro de los transportes, o para dormir profundamente luego de horas o de hasta cinco días de caminata desde las montañas del norte de Puebla, de las planicies costeras de Veracruz o del nudo que forman los estados de México, Guerrero y Michoacán. De todo el País.
El despliegue de vitalidad y de fervor resulta abrumador, lo refleja incluso las cifras. Hasta la noche de este domingo se había registrado la llegada de 4 millones de personas, se habían brindado mil 862 atenciones médicas por cansancio, baja en glucosa y presión alta, se hizo una recolecta de 400 toneladas de basura, se llevó a cabo la distribución de medio millón de litros de agua.
Por la noche, la cifra rondaba ya los 4 millones de peregrinos que habían arribado, sin embargo, el grueso de los ríos humanos caminaban rumbo al santuario mariano por las calzadas de Guadalupe, Misterios, Zaragoza, las avenidas Paseo de la Reforma, Talismán, Centenario, San Juan de Aragón, Circuito Interior, Robles Domínguez, Ferrocarril Hidalgo, Insurgentes, Montevideo.
Los cálculos los llevan a considerar que este año estamos recibiendo alrededor de un 10 % más que el año pasado, y podrían llegar a una cifra récord.
Los filtros colocados a lo largo de Calzada de Guadalupe para dosificar el ingreso de peregrinos estuvieron varias veces a punto de ser reventados por la cantidad de gente que intentaba ingresar a la Basílica para atestiguar las Mañanitas a la Virgen.
Se calcula que, considerando el fin de semana y del lunes, arriben entre 7 y 8 millones de peregrinos al complejo mariano, en la concentración de fieles más grande del hemisferio occidental del planeta, que termina siendo también un inmenso mercado informal sobre la Avenida San Juan de Aragón, rumbo a Martín carrera, y sobre la calle Montiel, rumbo al Metro 18 de Marzo.
Los alrededores de la basílica son vigilados por cerca de 4 mil elementos de la policía capitalina, y alrededor de 2 mil funcionarios de la delegación Gustavo A. Madero, que eran los encargados de los cortes a la circulación personas para evitar aglomeraciones.
El fervor de los guadalupanos cimbra a la ciudad como ninguna otra fecha, es la aparición del México solidario que regala comida o bebidas a los peregrinos, de quienes adormecen su cuerpo con el activo para aminorar el cansancio del peregrinaje, de los que sólo conocen de la ciudad el camino de ida y vuelta que realizan cada año hacia la Basílica, el México que se asoma esta fecha para volver a su calma habitual en el eterno ciclo anual de la devoción a la guadalupana.
Las apariciones
Según la leyenda, a los 53 años tuvo la aparición milagrosa que daría inicio a la adoración de la Virgen de Guadalupe en México. La historia fue así: Juan Diego vivía con su mujer y su tío Juan Bernardino en Tulpetac, lugar donde no había iglesias por lo cual tenían que ir a misa hasta Santa Cruz de Tlatelolco.
El sábado 9 de diciembre de 1531, Juan Diego se encaminaba hacia ahí y al pasar por el cerro del Tepeyac oyó un canto que no era de esta tierra. Se detuvo a gozar de él y cuando miró arriba vio un sol resplandeciente y en medio a una señora en actitud de oración (1a aparición), él fue a saludarla y ella le dijo que era su deseo que le labrase un templo en ese llano y le encomendó también que le comunicara ese deseo al señor obispo.
El obispo no lo tomó en serio y le pidió que volviese otra vez al lugar a ver si sus ojos no lo habían traicionado. Regresó desconsolado Juan Diego y la Santísima Virgen se le apareció otra vez (2da aparición) para decirle que volviera el domingo a ver al señor obispo. Así lo hizo Juan Diego, pero el obispo le pidió una señal comprobatoria de la voluntad de la Virgen. La señora se le apareció de nuevo (3ra aparición) y le pidió que volviera al día siguiente.
El lunes, día de la cita, se enfermó de cuidado el tío Juan Bernardino y hasta el martes pudo salir Juan Diego que se dirigió a la ciudad a buscar a un sacerdote para que le administrara los últimos sacramentos. Iba por ahí, ese día 12 de diciembre, cuando al pasar de nuevo por el Tepeyac se le volvió a aparecer la Virgen (4ta aparición) y le preguntó qué le pasaba. Él le contó lo de la enfermedad de su tío y ella le dijo que no se preocupara porque su tío ya estaba sano, después le pidió que subiera al cerro a recoger unas flores.
Fue Juan Diego y en efecto encontró muy bellas rosas de las que no era temporada y que nunca se habían dado allí. Ya con ellas en su ayate, la Santísima Virgen dijo que las llevara donde el señor obispo pero que no desplegase su ayate ni lo mostrara a nadie más. Así lo hizo Juan Diego.
Después de conseguir entrar en el obispado, le dijo a Zumárraga, el obispo, que ahí le llevaba la prueba que le había pedido. En ese momento soltó su ayate y apareció en él pintada “como por los ángeles”, la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Los regalos en el Santuario
Flores, veladoras y joyas son entregadas en ofrendas a la Virgen.
Por devoción, amor y agradecimiento, a la morenita del Tepeyac, no sólo le regalan flores y veladoras. Los milagros concedidos han hecho que los Guadalupanos lleven al recinto mariano retratos pintados a mano, joyas y objetos valiosos que se fabrican exprofeso para honrar a la Virgen de Guadalupe.
Conocidos como exvotos, estas ofrendas que se hacen en cumplimiento de una promesa, se encuentran en el Museo de la Basílica de Guadalupe.
De acuerdo con su directora, más de dos mil exvotos son resguardados en este recinto, como por ejemplo una bota de oro que obsequió Hugo Sánchez.
“Tenemos una acervo muy significativo, por ejemplo, una bota de oro de Hugo Sánchez, un disco de oro de Roberto Cantoral, también un exvoto de Kid Azteca que fue un boxeador muy famoso en el primer tercio del siglo XX”.
En la entrada del museo, situado a un costado de la antigua Basílica de Guadalupe, existe una exhibición de joyas depositadas por los devotos de la Virgen.
Dentro de los exvotos están los milagritos, que son objetos que simulan partes del cuerpo que refieren a un milagro debido a una enfermedad. En esa exhibición ojitos, bracitos; son regalos que se mandan a hacer como joyas especiales, por ejemplo una pequeña muleta o una medalla grabada con el agradecimiento a la Virgen de Guadalupe.
También se cuenta con un plato de oro, regalo de los otrora Reyes de España, Juan Carlos y Sofía.
En lo que respecta a los regalos que los Papas han enviado a la Virgen Morena, el único presente que se encuentra dentro del museo es una rosa de oro que obsequió Paulo VI.
“La diadema y la rosa de oro que regaló recientemente el papa Francisco no los tenemos aquí, se encuentran en el Tesoro de la Basílica de Guadalupe en Rectoría”.
Además de los exvotos, el Museo de la Basílica de Guadalupe exhibe más de cuatro mil piezas de arte sacro, que incluye una sala de iconografía de la Morena del Tepeyac.
No es necesario que sean creyentes, la invitación está abierta a todo público pues visitar el Museo de la Basílica de Guadalupe es una gran experiencia, es una vivencia muy significativa que no sólo nos va a llevar a aprender sobre la historia de nuestro México, porque la Virgen de Guadalupe es parte fundamental de esa historia, sino también para tener una experiencia espiritual.
El 12 de diciembre el fervor por la morenita del Tepeyac llega a su punto culminante.
Luego, los peregrinos regresan a sus hogares, en espera de reunirse al año siguiente.