

La última jornada electoral dejó descontento y desilusión para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN).
Alejandro “Alito” Moreno y Marko Cortés, líderes de estos partidos respectivamente, se enfrentan a una tormenta de críticas y pedidos de renuncia, especialmente tras perder territorios clave como Yucatán para el PAN y el Congreso para el PRI.
Francisco Labastida Ochoa, ex candidato presidencial del PRI, no se anduvo con rodeos: “El PRI necesita una autocrítica honesta. ‘Alito’ debería haber renunciado hace tiempo”.
En el PAN, el descontento es igual de palpable. El senador Damián Zepeda calificó la reciente elección como “un terremoto electoral”, sugiriendo que el partido está en una encrucijada, “se reinventa o se muere”.
No solo los líderes partidarios están en la cuerda floja. Claudio X. González, pieza clave en la creación del bloque opositor, también se ha convertido en el blanco de las críticas.
Periodistas como Joaquín López-Dóriga y Azucena Uresti cuestionaron su protagonismo y su supuesta representación de la sociedad civil.
“¿Quién le dio a Claudio X. González esta potestad?”, se preguntaba Uresti, subrayando la incongruencia de sus apariciones públicas tras la derrota.
“¿A quién representa Claudio X. González?. ¿Por qué no dejar el protagonismo a un lado y mantener un bajo perfil? Ahora se sigue manifestando a nombre de la sociedad civil, ¿quién es la sociedad civil?”. Le cuestionó Asusena Uresti que no haya una autocrítica por parte de los partidos opositores ante su derrota.

El panorama electoral no podría ser más desalentador para la coalición PRI-PAN. De las nueve gubernaturas en juego, solo lograron retener Guanajuato. Libia Dennise García ganó allí por una estrecha ventaja de 11 puntos, un margen significativamente menor comparado con los 25 puntos que Diego Sinhue Rodríguez Vallejo había obtenido seis años antes.
Este fracaso resalta aún más con la pérdida de Yucatán, un bastión que nunca había caído en manos de la izquierda. El descalabro de estos partidos no es una anomalía reciente; es el resultado de una tendencia de declive constante en los últimos años.
Primero López-Dóriga y ahora Azucena Uresti arremeten contra Claudio X. González tras derrota de Xóchitl Gálvez.
A pesar de las derrotas, ni Alejandro Moreno ni Marko Cortés muestran intención de renunciar de inmediato. En una entrevista con Ciro Gómez Leyva, Moreno Cárdenas fue claro: “No voy a renunciar, estamos en el momento más complejo del país y seguiremos dando la batalla”.
Marko Cortés, aunque más reservado, indicó que el proceso de renovación en el PAN comenzará “en breve”, sin especificar fechas. Ambos líderes justificaron la derrota señalando una “elección inequitativa” y la intervención del Gobierno.
“Fue una elección de Estado”, dijo Cortés, argumentando que nunca hubo condiciones justas. Sin embargo, estos comentarios no han mitigado las críticas internas.
El retroceso de estos partidos, como ya se ha mencionado, no es nuevo. Desde el ascenso de Morena, han perdido terreno de manera constante.
En 2021, el PAN, aunque se mantuvo como la segunda fuerza política, perdió dos gubernaturas. Para 2022, sólo retenían cinco estados. En este 2024, Yucatán también cayó ante Morena, dejando al PAN con solo cuatro entidades bajo su control.

“¿Perdimos, Kimosabi?”: López-Dóriga explota contra Claudio X González tras derrota de Xóchitl Gálvez El PRI, bajo la dirigencia de Moreno Cárdenas, ha experimentado una decadencia aún más pronunciada.
En 2019, el PRI controlaba 12 estados; hoy, solo le quedan Durango y Coahuila. Esta caída libre ha sido ininterrumpida y parece no tener fin. Con la derrota más reciente, el PAN conserva únicamente Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y Chihuahua. El PRI se aferra a Durango y Coahuila.
Movimiento Ciudadano controla Jalisco y Nuevo León, y el Partido Verde Ecologista de México tiene San Luis Potosí.
El resto del país está dominado por Morena. Las constantes pérdidas electorales han llevado a muchos militantes y observadores a pedir un cambio urgente en el liderazgo.
Sin embargo, los actuales dirigentes se mantienen firmes en sus puestos, apostando por una resistencia que muchos consideran insostenible.
Los próximos meses serán cruciales para el futuro del PRI y del PAN. ¿Podrán estos partidos reinventarse y recuperar el terreno perdido?. ¿O estamos viendo el principio del fin para dos de los partidos más tradicionales de México?. Mientras tanto, los llamados a la autocrítica y a la renovación interna se multiplican. El fracaso no es solo un golpe electoral, sino una señal de que algo debe cambiar profundamente en la estructura y estrategia de estos partidos si quieren seguir siendo relevantes en la política mexicana.
El semanario de Coahuila