*Sabemos de antemano que “Las mañaneras”
es un circo montado del Gobierno Federal,
y como tal es un entretenimiento mediocre,
pero también puede ser un arma de dos filos
si se sale del guion original.
Enviado por Jesús Arnulfo Ravelo.-
La Cuarta Transformación lo está cambiando todo, como es la intención de Andrés Manuel López Obrador, pero ¿tanto como para que en Palacio Nacional se hable, abiertamente, del rumor de un golpe de Estado que, de no estar sólo en la mente del rumorólogo y sus patrocinadores, se prepara en contra de su gobierno?.
Ocurrió el viernes pasado, cuando el periodista -asesor de diputados Marco Antonio Olvera- habló al Presidente de los “adversarios de México”, que vendrían a ser los partidos políticos.
Según él, son el Poder Judicial, la iniciativa privada y, cómo no, por supuesto, “algunos medios de comunicación”.
Tuve que esperar 45 años de ejercicio profesional en la Ciudad de México para escuchar que un reportero diga al comandante supremo de las Fuerzas Armadas y jefe del Poder Ejecutivo Federal que una amalgama de intereses, entre ellos cierta prensa, se dispone a darle golpe de Estado.
Conforme al denunciante de la conspiración del siglo, todos los lastimados con la llegada del nuevo gobierno “están heridos…no muertos”, y se han aglutinado para montar “una campaña y para ejecutar un posible golpe de Estado, se rumora, y así terminar con el proyecto de la 4T”.
La libertad de expresión sirve para lo que sea, hasta para tonterías como la de Olvera, pero no se entiende que un “periodista” al que López Obrador ha calificado de “bien informado” y dedicado, sistemáticamente, a sembrarle comentarios -preguntas a modo- que le sirven para reiterar los lugares comunes con que dicta la agenda política diaria se permita urgir al mandatario a decir qué hará con los conspiradores de un golpe de Estado que él mismo califica de “posible” y como mero “rumor”.
El responsable de la comunicación del Presidente, Jesús Ramírez Cuevas, debe registrar el “rumor” de que es “posible” que Olvera se limita a leer lo que alguien le entrega para que López Obrador lo aproveche. Si habláramos de teatro diríamos que le da pie.
La cuestión, sin embargo, es ¿quién mueve a Olvera y con qué intención?. ¿Quién le pasó el rumor o que bebió, cenó o fumó la noche del jueves para animarse a transmitir el “rumor” del “posible” golpe de Estado en transmisión directa desde el Palacio Nacional?.
Probablemente ni siquiera tiene idea de la evolución del concepto, pero resulta ominoso que lo haya advertido 25 días después de que el Presidente dijera a La Jornada que si por él fuera desaparecería al Ejército.
Por fortuna, Andrés Manuel no cayó en la trampa o no entendió o no estaba al tanto de la señal. Lo cierto es que no siguió el juego a Olvera. “En la actualidad no veo ningún riesgo”.
Sin embargo, advirtió no ser “ingenuo” ni “confiado” porque, conociendo la historia, sabe lo que son capaces de hacer “los conservadores para evitar los cambios”.
Decía que, por fortuna, el Presidente no cayó en el juego de Olvera porque en otra conferencia de prensa se fue al cuello del Coneval basado solamente en la información de un periodista.
De haber reaccionado en este tenor con el “rumor” de Olvera, los conspiradores en el “posible” golpe de Estado, entre ellos la prensa “conservadora”, ya estarían ante el pelotón acusados de pretender “adueñarse del México que tuvieron durante 40 años y que ahora se les está yendo de las manos”, como denunció el periodista más “informado” de las mañaneras.
Si Ramírez Cuevas no hace su trabajo, el general Audomaro Martínez Zapata, a cuyo mando está el Centro Nacional de Inteligencia, deberá investigar de inmediato la “posible” conspiración que, según el rumor recogido por Marco Antonio Olvera, quiere acabar con la 4T.
Esperé al lunes suponiendo que el general secretario Crescencio Sandoval y el almirante José Rafael Ojeda Durán, así como el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, serían convocados a la conferencia mañanera para dar respuesta a las preocupaciones del periodista Olvera.
Atenidos a la definición, los golpes de Estado los dan poderes civiles, como la iniciativa privada, el Poder Judicial y la prensa, pero en complicidad con las Fuerzas Armadas, es decir, con el Ejército y la Marina…pero nada.
Quizás porque López Obrador entendió que sólo se trató de alguien deseoso de “zalamerarlo” un poco más de lo habitual y hacerse notar a cualquier precio.
Sin embargo, Ramírez Cuevas no debe desechar el episodio del viernes como una más de las tantas anécdotas que ocurren en la mañanera y entender que hasta la libertad de expresión tiene límites, al menos el de la inteligencia de los demás.
Porque existe el rumor de la posibilidad de que Olvera sea un instrumento oficial