Enviado por Vladimir Galeana.-
Cuando la mendicidad se convierte en la solución de los problemas, siempre se termina evidenciando la maldad de quienes en su perniciosa concepción de que se haga lo que se tenga que hacer para lograr los fines deseados.
Así como los propósitos más deleznables, estamos ante la expresión pura del nazismo, esa doctrina aplicada por Adolfo Hitler en la Alemania Nazi, donde los campos de concentración se convirtieron en instrumentos de experimentación con seres humanos que padecieron el horror de ser incinerados masivamente en los hornos crematorios de los campos de concentración.
Los hechos no dejan espacio a la duda. Altos funcionarios del Gobierno de Claudia Sheinbaum, repartieron a 196 mil 400 capitalinos un medicamento que no estaba autorizado por las autoridades sanitarias pidiéndole a la gente que lo tomara porque era un nuevo medicamento contra el coronavirus.
Por desgracia, aquellos hombres y mujeres que se encuentran insertos en la pobreza, hicieron lo que les pidieron para evitar contraer el peligroso virus que hasta ahora sigue manteniendo encerrados a la mayor parte de los habitantes del planeta.
Presuntamente el medicamento suministrado todavía no estaba autorizado, y eso nunca lo supieron quienes fueron “conejillos de Indias” de la maldad de Claudia Sheimbaun y su equipo de colaboradores.
Nunca le avisaron a las personas que era un medicamento aún en experimentación, pero tampoco le pidieron autorización a las autoridades sanitarias para hacerlo.
Y eso habla de que a los principales mandos de la mal llamada Cuarta Transformación, nunca le ha importado la gente, sino los fines del proyecto de establecer una dictadura populista en este país.
El presunto medicamento que estuvieron sembrando en amplios sectores de la Capital de la República es la llamada “ivermectina”, pero los presuntos conejillos de Indias nunca supieron que esa mendicidad que ha mostrado Claudia Sheimbaun es quizá superior a la de Andrés Manuel López Obrador.
Porque no se la colocó a alguien de su familia, o a algunos de sus principales allegados. Se la dieron a “Juan Pueblo”, sin que esa masa amorfa de hombres y mujeres se hayan enterado que fueron engañados para instrumentar un experimento al más puro estilo Stalinista.
Pero habrá que señalar que quienes hicieron este acto deleznable que deberá ser considerado un delito de lesa humanidad, porque fue llamado “Estudio cuasi-experimental” en la publicación que realizaron y que desaparecieron de inmediato con tal de no dejar constancia de los hechos.
Una vez que se conocieron los hechos, el escándalo se hizo público, y para que usted conozca la mendicidad de la vieja arrugada de Claudia Sheimbaun, se dedicó a tender un manto de impunidad en aquellos que participaron en el experimento.
Y esto quiere decir que la mendicidad de la vieja arrugada de Claudia Sheimbaun es tanto o más perdida que la de Andrés Manuel López Obrador.
El escándalo ha sido mayúsculo porque es un despreciable acto de “Lesa Humanidad” cometido por Claudia Sheimbaun y una serie de hombres y mujeres que utilizaron a pobres seres humanos para realizar un experimento.
Mendiga vieja arrugada, con eso demuestra el poco aprecio que le tiene a la gente, y que además la engaña poniéndoles en peligro al aplicarles un medicamento que no estaba autorizado y que se había desarrollado de forma experimental.
Vieja maldita, ojalá nunca le pase que experimenten con sus hijos si los tiene, o sus padres. Al tiempo.