El semanario de Coahuila
César Arturo Valencia Caballero (PVEM), fue asesinado.
Lic. Alfredo Ramírez Bedolla, Gobernador
Constitucional de Michoacán: “Los tiempos
de los gobiernos son cortos, los de la delincuencia
son largos y azarosos”: Álvaro Uribe.-
Siendo presidente Felipe Calderón, tuvo lugar el Michoacanazo
Dos días después, fue encontrado el cadáver de René Cervantes, asesor de Valencia.
El pasado 9 de marzo nos amanecimos con la noticia de que el alcalde de Aguililla, César Arturo Valencia Caballero (PVEM), fue asesinado.
Casi al mismo tiempo, en Parangaricutiro, autodefensas y sicarios se enfrentaban en la explanada del Palacio Municipal, dejando cinco muertos, 10 desaparecidos y 32 detenidos. Dos días después, fue encontrado el cadáver de René Cervantes, asesor de Valencia.
No se trata del “sensacionalismo conservador que quiere crear un ambiente de que en México impera la violencia y que quisiera proyectar la imagen de un México en llamas,” como afirma el inquilino de Palacio Nacional. Usted, mejor que yo, sabe que la violencia ha sido una constante en la entidad desde hace años.
Michoacán es un estado bendecido por la naturaleza, lo cual tiene sus desventajas. Su orografía permite al crimen organizado (CO) sembrar narcóticos y trasegarlos a través de la sierra, así como recibir los estupefacientes que ingresan por los puertos michoacanos.
La lista de organizaciones criminales que se han asentado en Michoacán es larga y data de hace medio siglo.
Dada la descomposición de la entidad, el gobierno de Peña Nieto lanzó el Plan Michoacán
En los años 70 fungían los Valencia o Cártel del Milenio, aliados con los Arellano Félix, para surtir de amapola y mariguana al mercado estadounidense.
Luego vinieron los Amezcua, coaligados con el Cártel de Sinaloa para el trasiego de anfetaminas.
Ya en el siglo XXI, el Cártel del Golfo y Los Zetas irrumpieron en el estado, pero tuvieron confrontaciones con la mafia local, la llamada Familia Michoacana (LFM), una de cuyas escisiones derivó en Los Caballeros Templarios.
Entonces ocurrió el primer intento serio del gobierno federal para detener al CO, pues además del narcotráfico, se había orientado al cobro de derecho de piso, la apropiación de cultivos -como aguacate y limón- y la tala clandestina.
Siendo presidente Felipe Calderón, tuvo lugar el Michoacanazo (mayo, 2009), cuando 11 alcaldes, jefes policíacos y un juez fueron detenidos por sus presuntos vínculos con LFM.
Un año después, todos salieron libres. Ya usted sabe, la Procuraduría General de la República, siempre tan eficiente, no pudo demostrar ninguna acusación.
En 2012, subió a la gubernatura Fausto Vallejo (PRI). Un año después surgieron 10 grupos de autodefensas; se trataba de productores de aguacate, quienes hartos de ser extorsionados, se armaron para defender sus predios.
A los cuantos meses ya eran 33, con la consiguiente dificultad de distinguir cuál era legítima y cuál era un parapeto del CO.
El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) aprovechó la declinación de las mafias locales
Dada la descomposición de la entidad, el gobierno de Peña Nieto lanzó el Plan Michoacán (2014), que buscó recuperar espacios e instituciones cooptadas por el CO y las autodefensas.
Para entonces era claro que el CO operaba dentro de la impunidad, pues había capturado alcaldías y bases sociales a partir del reparto de apoyos sociales.
Mientras Vallejo se encontraba de licencia por una revisión médica, fueron filtrados videos de su hijo, Rodrigo, departiendo alegremente con La Tuta, jefe de LFM, lo cual le valió su arresto.
Poco después fue detenido el secretario general de Gobierno, Jesús Reyna, pero la PGR no pudo demostrar su acusación. Así de penetrada estaba la estructura gubernamental.
La estrategia peñista tuvo relativo éxito, pues descabezó a Los Templarios y pulverizó otras células locales, además de institucionalizar a las autodefensas en la Fuerza Rural y ajustar los cuerpos de seguridad. De hecho, se conformó la Policía Michoacana bajo mando único.
Pero nada es gratis ni perfecto en este mundo. El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) aprovechó la declinación de las mafias locales para irrumpir en Michoacán. Entonces volvió a escalar la ola de violencia.
Tal vez el presidente tenga razón y Michoacán no esté en llamas. Será porque al día de hoy, ya no queda mucho que incendiar…
Ahora en Zitácuaro
Armando Linares, Director de “Monitor Michoacán” asesinado en Zitácuaro, Michoacán
Con el asesinato de Armando Linares, Director de “Monitor Michoacán” en Zitácuaro, México suma en lo que va de año siete periodistas asesinados por su labor periodística, según el recuento de la ONG Artículo 19.
Esta representa la misma cifra que en todo 2021, y es un reflejo de la violencia contra la prensa en el país.
México suma 152 asesinatos de periodistas desde el 2000 a la fecha. Una tragedia que ha ido en aumento.
De los 152, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) y 32 en el actual de Andrés Manuel López Obrador, que lleva poco más de tres años en el cargo.
En el tema de la protección a los periodistas lo que cuentan son los hechos concretos. Los lugares comunes y las lágrimas de cocodrilo no protegen a nadie.
La ejecución de Armando Linares en su casa de Zitácuaro dio lugar a reacciones de todo tipo, incluso se realizó una reunión para afinar los mecanismos de protección de reporteros en Michoacán.
Esas son las palabras, los hechos son que durante el funeral de Linares se presentaron hombres armados para amenazar a los asistentes, entre ellos comunicadores. Hombres armados en el funeral, de no creerse.
El asunto no pasó a mayores. Muestra, sin embargo, el grado de cinismo al que pueden llegar criminales seguros de que se saldrán con la suya, de que sus delitos quedarán impunes.
Mientras no haya consecuencias, las agresiones contra periodistas no se detendrán.
México suma 152 asesinatos de periodistas desde el 2000 a la fecha.
Los lugares comunes y las lágrimas, no protegen a nadie