Banco de México Miente …al Pueblo

Banco de México…Miente

-Nos mintió cuando nos dijo que el aumento

a la gasolina y electricidad no sería inflacionaria.

-Si los precios subían de repente,

bajarían de igual forma.

-Cada vez podemos comprar o menos

cantidades o menos producto, o menor calidad.

Enviado por Pablo Trejo

Una de las principales discusiones económicas que se suscitaron en torno al aumento de los precios de los combustibles, en especial de la gasolina, tenía que ver con el efecto inflacionario que en el corto plazo afectaría a las familias mexicanas.

Al respecto surgieron dos visiones opuestas: por un lado, la oficial desde el Banco de México, que nos aseguraba que cualquier reacción de los mercados en el corto plazo, terminaría por equilibrarse rápidamente, o lo que es lo mismo, si los precios subían de repente, de la misma forma bajarían con el transcurso de las semanas.

Nos mintió al decirnos que la inflación sería temporal.

En contraparte, estaba la visión de la ciudadanía, cuya lógica es mucho más simple y empírica y que decretó desde el inicio: si sube la gasolina, en automático sube todo. Así de sabia es la voz popular.

Pues resulta que llevamos ya algunos meses desde el famoso gasolinazo, y la opinión de la gente le va ganando a la opinión del Banco de México.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informa que en la primera quincena de mayo de 2017 el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró una variación a tasa anual de 6.17%.

En el mismo periodo del año anterior, los datos correspondieron a 2.53% de inflación anual. El Índice Nacional de Precios al Consumidor mide una canasta de 283 bienes y servicios genéricos.

Con el dato de 6.17%, la inflación anual ligó nueve quincenas por arriba del 4.0%, que es el límite máximo del objetivo del Banco de México (Banxico) de inflación para este año, de 3.0%, más/menos un punto porcentual.

El INEGI divide el Índice en dos categorías: Subyacente y no Subyacente. El Subyacente elimina los productos más volátiles y genera una medida más estándar.

Miente al meternos en el discurso de un Índice Nacional y no de una Canasta Básica.

Supongamos por ejemplo que un litro de leche de un día para otro nos costara mil pesos. De ser así, el índice aumentaría exponencialmente por un sólo producto, generando una distorsión en su medida. Entonces, digamos que se trata de un índice más estable.

En ese sentido, el índice de precios subyacente presentó un incremento a tasa anual de 4.75%; y el índice de precios no subyacente registró un alza anual de 10.71%.

Como era de esperarse, las principales alzas se registraron en:

Servicios de Transporte, 14.44%. Alimentos y bebidas no alcohólicos, 7.06%.  Restaurantes y Hoteles, 5.83% y en Muebles y Artículos para el Hogar, 5.52%.

Ahora bien, una cosa es el Índice Nacional de Precios al Consumidor, y otra muy diferente, la Canasta Básica, que es una medición de artículos mucho más cercana a la gente promedio en el país.

La Canasta Básica mide mucho mejor el impacto real del alza de precios entre la ciudadanía.

Al respecto, el INEGI reportó para la primera quincena de mayo, respecto al mismo periodo del año anterior, un alza de la tasa anual de 8.41%.

Es mentira que el aumento a la gasolina y electricidad no es inflacionario.

Dentro de esos productos de la canasta básica, el INEGI comunicó que los mayores precios al alza se registraron en aguacate, huevo, restaurantes, lonchería, fondas, torterías y taquerías, detergente, jitomates, vivienda propia y pollo.

Así que podrán decirnos misa, pero para la gente, lo único cierto es que los precios de los artículos que más consume, han aumentado 8.41% respecto al año anterior.

Una manera muy simple de comparar el impacto de la inflación en la economía puede hacerse si comparamos esas cifras inflacionarias, con nuestros ingresos.

Yo quiero preguntarle a la ciudadanía, si en los últimos meses, su salario ha aumentado un mínimo de 8.41% para mantener nuestros niveles de consumo.

Como la respuesta es obvia, simplemente los invito a que hagan una resta simple: A ese 8.41%, réstenle lo que su sueldo haya aumentado. A esa diferencia es lo que podemos denominarle pérdida del poder adquisitivo, o lo que es lo mismo, cada vez podemos comprar o menos cantidades o menos producto, o menor calidad.

Esa misma resta, apliquémosla al país. Cada año estamos creciendo en cifras cercanas al 2%. Si el Índice Nacional de Precios al Consumidor sigue creciendo al 6%, la realidad es que nuestra economía se está haciendo más chica en términos reales. Que no nos doren la píldora.

Ahora bien, la inflación repercute de otras maneras, una de ellas, el alza en las tasas de interés, y la lógica es simple: para mantener mi dinero en el banco, necesito el incentivo de que no pierda su poder adquisitivo a través de tiempo, porque de otra manera, no me conviene.

Protestas por los criminales incrementos

Pero como todo tiene dos caras de la moneda, a mayor tasa de interés para mantener a los ahorradores, corresponde aplicar una mayor tasa de interés a los deudores. De otra forma, a los bancos no les salen las cuentas.

Luego entonces, la inflación, no sólo nos afecta en nuestras compras cotidianas, nos afecta también en cada uno de nuestros créditos contratados.

Nos afecta en el pago mensual de la tarjeta, en el pago de la mensualidad de la casa, en el famoso Costo Anual Total que pagamos.

Así que para cerrar podemos decir que el Banco de México nos ha mentido una y otra vez.

Nos mintió cuando nos dijo que el aumento a la gasolina y electricidad no sería inflacionario, luego nos mintió al decirnos que la inflación sería temporal y que por arte de magia, regresaríamos a los niveles esperados.

Nos miente al meternos en el discurso de un Índice Nacional y no de una Canasta Básica, y nos miente una vez más, al no decirnos claramente que la inflación se traduce en pérdida del poder adquisitivo y en alzas en los intereses que pagamos.