Enviado por Miguel A. López.-
Lo hemos dicho desde hace mucho: Andrés Manuel López Obrador es el político más astuto de México, zorruno (así era calificado el propio Miguel Hidalgo).
Madrugador en cuanto la agenda nacional, entendió que lo más redituable era tener un discurso para cada auditorio. Le sirvió y ganó.
La pregunta es: ¿Le alcanzara la cobija para tapar a todos?.
En la botica de los temas existe el del qué sucederá con su seguridad, la salida del Estado Mayor y la llegada de un grupo menos abultado para resguardar al próximo presidente.
Ya mucho se ha dicho y especulado, al final del día el presidente Andrés Manuel López Obrador será protegido, sea por gacelas, por hombres y mujeres entrenados por la mosahd o por la liga de la justicia, nada pasará y AMLO mantendrá la lógica de la cercanía con la gente.
Pero mientras pasa la histeria por los guardaespaldas debemos ir a otra piel, la que la gran mayoría de los mexicanos traemos expuesta, pues mientras se debate el quién le cargara el maletín o abrirá la puerta al próximo presidente, los ciudadanos seguimos en el irrespirable clima de la inseguridad.
México está irreconocible, llena está la monografía que da cuenta de la sangre y sus víctimas, sean estas de cuatro años y abuelos que caen producto de la violencia.
Los criminales se adueñaron de todo el peaje y cobran muy duro por permitirnos vivir aquí, ayer, hoy y seguramente mañana daremos cuenta de más asesinatos, tendremos las crónicas costumbristas de los asaltos, de los secuestros, de las extorsiones, explicaremos con la voz cansada la siguiente historia de las mujeres que son violadas y esparcidas por lotes baldíos.
Nadie quiere que al próximo presidente le pase algo, pero todos queremos que a nadie le siga ocurriendo lo de siempre, que sean los asesinos, los delincuentes dueños del reloj mexica y que desde la maldita impunidad determinen quién va a la piedra de los sacrificios.
Vienen tiempos difíciles, se necesitará más que un discurso de solidaridad y más que buenos deseos.
El próximo gobierno, y su sello de cercanía con la gente, deberán encontrar esa veta de unidad que le permita ir dando resultados, que lejos de lo que ha ocurrido con otros gobiernos arrogantes y lejanos al sentir nacional, sepa traducir esta angustia generada por la desprotección y que nos rescate del calvario.
Por lo pronto, el tema no es quién cuidará a AMLO, sino quién habrá de cuidarnos a todos los mexicanos.
Las cosas cambiaron, y así debe ser entendido.