*Quisiéramos decir que todo está
marchando bien, que vamos por
buen camino, pero sabemos que
no es así, y quienes no lo saben lo
intuyen…y no hay plan B.
Enviado por Carlos Ramos.-
Dos meses de la llegada de AMLO, del nuevo gobierno o de la Cuarta Transformación y el listado de indefiniciones y ausencia de estrategias han colocado a México en un franco panorama de volatilidad frente al mundo y de una evidente incertidumbre en lo doméstico.
Iniciemos por lo reciente, la baja de calificación de positiva a negativa de la deuda de Pemex y que pega y duro a la economía por parte de calificadoras internacionales.
Moody’s ya trató de conciliar, pero pone la condicionante a AMLO de superar los problemas en el sector en un plazo de seis meses, antes de dar otra sacudida al país.
Esto evidentemente es por la triste presencia del director de Pemex que frente a los inversionistas ajenos no sabe ni explicar qué quiere ni a dónde va.
Además lo ocurrido en Hidalgo, en el ducto, deja muchas dudas, primero, la falta de aplicación de la ley, segundo lo tardío en la respuesta ante la emergencia, causando el fallecimiento de, hasta hoy, 117 personas, tercero, la inyección de sospechas al Ejército, cuarto, que ante la emergencia el Presidente se presenta casi seis horas después por su insistencia de transportarse austero y por tierra, y quinto, la flaqueza con que responde cuando se le pregunta sobre Romero Deschamps y Emilio Lozoya.
Por cierto nada se hizo ante el probado conflicto de intereses de su Secretario de Comunicaciones Jiménez Espriú.
Esa carencia de sanciones se nota también en los largos 17 días del bloqueo a las líneas férreas de occidente que frena el comercio de más de dos millones de toneladas de productos.
Por ello y entre otras cosas por el desabasto de mercancías, ojo de medicinas (están empantanados los permisos de importación de cofepris), y de gasolina la inversión privada se ha visto seriamente deteriorada.
Hay que sumar que en ocho años no se había presentado una sola huelga y ahora 48 maquiladoras en Matamoros están en paro, añadiendo que en el mes de diciembre se registró el peor nivel de desempleo en por lo menos 10 años por la serie de despidos en todas las dependencias federales.
Ha caído la inversión extranjera directa y se descalificó a nuestro país por nuestra ausencia en el Foro de Davos.
El Fondo Monetario Internacional presenta dudas e incertidumbre sobre la política económica nacional y México pierde fuerza internacional por ser de los pocos, muy pocos países que respalda a Nicolás Maduro.
Además las expresiones de Paco Taibo II de haberla “metido y doblada” y ahora que “forzará” a las casa editoras a bajar precios, deja un tufo corriente en el gobierno y de intolerancia.
Por si fuera poco se anticipa que no pasará ni “una coma de la Reforma Educativa” pero no hay ninguna alternativa viable salvo la excesiva tolerancia a la CNTE.
La cancelación del nuevo aeropuerto molestó y aún no se miden las consecuencias ante las líneas aéreas y su operación en México y la carencia de licitación para el proyecto del Tren Maya (bajo dos mensajes intimidatorios del EZLN de que no permitirán su construcción).
De igual manera, la compra de pipas para la distribución de gasolinas, amenaza con volver a tiempos ya superados de manejo discrecional de recursos por encima de la ley.
Se han presentado incrementos a los impuestos, gasolinas y predial, entre otros, a contrapelo de las promesas de campaña y no han podido resolver el asunto de la Guardia Nacional mientras continuamos sumando miles de muertos en todo el territorio.
El poco o nulo tacto político que decidió el presidente al no enviar a un representante del gobierno a la toma de protesta de Martha Erika Alonso como Gobernadora de Puebla.
Así como la reducida información que se ha generado luego del accidente aéreo que le costó la vía a ella, a Rafael Moreno Valle y otros tres tripulantes.
Queda la pregunta, ya se vendió el avión presidencial o seguimos pagando en dólares estar parado en un hangar en California?.
Pero eso sí, ante las críticas y análisis de los medios, los periodistas son calificados como “fifis” y quién muestre un ánimo de oposición a su gestión en la política, son “mezquinos convertidos en neofascistas conservadores”.
Y mire que nos hemos salvado de ser “chachalacas”.