ANMEX: Cristina Flores Cepeda.-
En una sociedad de consumo las relaciones humanas están regidas por esta. Todos tenemos algo que vender o algo que comprar, y se vende y se compra todo en muchas ocasiones hasta el amor.
Así podemos ver que los comerciantes para vender se valen de todos los medios posibles: aparatos de perifoneo y bocinas a todo volumen en el exterior de los negocios.
Así es como hemos llegado a crear días especiales para incentivar el consumo y por lo tanto la economía, por eso muchos mexicanos este 14 de febrero se prestan a celebrar con regalos, cenas, copas en algún bar o reunidos en casa el día del amor y la amistad, lo que no sólo hace felices a las parejas y a los amigos, también despierta sonrisas en comerciantes y prestadores de servicios por que se elevan las ventas.
Desde el inicio del mes, los escaparates de los comercios en las principales ciudades del país se adornan con globos de colores rojo y blanco semejando corazones o cupidos impresos con frases alusivas a la fecha, o caramelos en forma de corazón, entre otras figuras para atraer a los compradores.
En resumen muchas veces es difícil mantenernos alejados de participar de la diversión que representa hoy el 14 de febrero, inducidos por el mercado. Pero, para que las finanzas personales no se pongan en rojo como el color de la pasión que queremos demostrar este 14 de febrero, podemos tomar en cuenta que la amistad leal y sincera es desinteresada, la amistad hay que buscarla pero no en tiendas, tienes que comprarla pero no con regalos, tienes que guardarla pero no en un banco, y, si la encuentras, considérate afortunado.
El 14 de febrero, Día de los enamorados, se ha convertido en uno de los momentos de obligado consumo del año. Un consumo irracional e insostenible que está produciendo, además de un grave deterioro ambiental, una alarmante mercantilización de las relaciones y de los sentimientos.
Cada vez hay más voces que denuncian la pérdida de valores que está experimentando nuestra sociedad. Mientras esto ocurre las empresas se esfuerzan por reconducir esta preocupación social hacia el consumo, y la estrategia para realizarlo les está funcionando a la perfección.
Estos días estamos abrumados por campañas publicitarias que nos “enseñan” cómo hay que transmitir todos los valores relacionados con el amor, con el fin de instaurar socialmente cómo expresar nuestros sentimientos.
Así que proponen alternativas de todo tipo, para los que se quieren gastar mucho, para los que les gustan los regalos alternativos… pero todo con un denominador común: algo hay que comprar.
Y que algo haya que comprar significa que el indicador del amor entre las parejas se mide más con el tipo de regalo que se da o recibe que con las palabras, o la demostración misma.
En una sociedad en la que la rapidez se percibe como uno de los máximos valores, y donde la lentitud no tiene cabida, la compra de un objeto es la alternativa perfecta para expresar los sentimientos.